Olvide a Marx, lea a Mark Zuckerberg
El éxito del club de lectura de fundador de Facebook subraya hasta qué punto hemos dejado que los personajes públicos nos hablen de temas políticos, ideológicos y sociales
Famoso a tiempo parcial ¿Qué ideólogo diría usted que le hace mayor favor a la sociedad: uno que se encierra durante años y estudia hasta dar con la idea perfecta o uno que no estudia pero que es capaz de alcanzar a cientos de miles de personas? No hace falta que responda ahora, el mundo ya lo ha hecho por usted. Nunca personaje público ha sido sinónimo de asunto público de forma tan automática como ahora, y no hay más que mirar las redes sociales de esta semana para comprobarlo. Mark Zuckerberg, creador de Facebook, deidad de Silicon Valley, celebrity mundial y cultivador desde hace años de una imagen de intelectual a tiempo parcial, ha creado un club de lectura 2.0. Consiste en leer un libro sobre asuntos relevantes y comentarlo en una página de la red social. “He descubierto que los libros son muy gratificantes intelectualmente. Te permiten meterte en un asunto de forma más profunda que cualquier medio”, escribió en Facebook, así como quien describe una app. La primera lectura, prosiguió, sería El fin del poder, de Moses Naím, sobre cómo las instituciones están perdiendo poder. Días después de iniciar el club, la primera edición se había agotado.
La ambición analógica Esta historia de éxito contrasta con el Instagram de Madonna. La provocadora ideal e ideóloga exoficial de los años ochenta está promocionando su nuevo disco en redes con la misma fórmula de siempre: polémica e iconos pop. En este caso, luchadores célebres como Martin Luther King Jr., Nelson Mandela o Bob Marley. Todos photoshoppeados para recrear la estética de este nuevo álbum. Madonna subió todas las fotos de golpe, como no se debe hacer y no las explicó, como sí se debe hacer. La recepción fue más bien tibia. Su discurso será el mismo que en los ochenta, se le recriminó, pero hoy en día resulta tan poco intelectual que apropiarse de estas imágenes resultaba ofensivo.
Su lucha Esta coincidencia ilustra cómo hemos ido admitiendo a los famosos en los asuntos públicos. Empezamos oyendo cómo una cantante pop nos enseñaba de tolerancia, y ahora lo mínimo es que ingeniero que definió nuestras relaciones virtuales nos diga qué leer. ¿Preferiría que dejaran de pontificar y se quedaran en sus cosas? Entren en el etílico Twitter de Charlie Sheen. El jueves departió sobre, probablemente, lo poco que le gusta Dos hombres y medio, la serie de la que fue despedido hace tres años. Su tesis: “Hombres, hombres, hombres. Hombres asco”. Lo único peor que un ideólogo aficionado es una ausencia total de ideas.
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