¿Emprender para conciliar?
Por JUAN RAMÓN GÓMEZ
El hecho de que las mujeres hayan creado casi la mitad de las empresas que nacieron en España en el inicio de la crisis dice muchas cosas sobre el emprendimiento femenino y sobre los estereotipos que la sociedad se empeña en mantener. El dato es de un estudio publicado recientemente por la aseguradora Hiscox, aunque se refiere concretamente al año 2008. Entre los países que forman parte del informe, en dos de ellos las mujeres ya superan a los hombres en el colectivo emprendedor. Son Estados Unidos y Francia. En España eran un 48%, que viene a marcar una tendencia que esperemos que se mantenga en el futuro.
Decir que la mitad de los emprendedores son mujeres da una cierta idea de igualdad si consideramos que las mujeres son la mitad de la población. Pero si bien es una tendencia saludable, de momento sólo un tercio de los autónomos españoles, uno de los tres millones dados de alta en la Seguridad Social, son mujeres.
Una verdad a medias muy extendida en la actualidad dice que las mujeres emprenden para conciliar. Es una verdad a medias,y asusta la idea de que acabe convirtiéndose en verdad. Que la mujer abandone su carrera profesional para cuidar de sus hijos es una elección, y en muchos casos puede ser incluso mejor para ellas y para la sociedad si crean un negocio propio. Porque según la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), tres de cada diez autónomos contratan personal. Pero tan loable como emprender es luchar por la propia carrera sin que tener hijos se convierta en un freno.
Muchas emprendedoras confiesan que han emprendido por una de estas razones, tan parecidas entre ellas:
-Para crecer profesionalmente porque en su empresa no les daban más oportunidades.
-Para poder tener hijos y dedicarles tiempo mientras mantenían una ocupación más relajada que el trabajo que tenían anteriormente.
-Porque las habían despedido por haber tenido hijos.
Ninguna de estas razones es la más óptima, pero lo importante es que el 99% de estas mujeres ya tenían la intención de emprender más o menos marcada en su trayectoria vital, no lo hicieron a lo loco. El mayor error que suelen cometer las emprendedoras –y en eso se parecen mucho a los hombres– es pensar que tener su propio negocio les va a permitir relajarse, trabajar menos. La diferencia, cuando se dan cuenta de que no es así, es que el enorme esfuerzo que su empresa les requiere les va a dar unos frutos directos, y lo que hagan y lo que dejen de hacer va a repercutir directamente en su propio futuro.
En resumen, muchas emprendedoras pasan por estas fases tan contradictorias sin quejarse:
1. Pensar que van a trabajar menos.
2. Trabajar por la mañana, pasar la tarde con los hijos y engancharse de nuevo al trabajo tras la cena hasta las dos de la mañana.
3. Hablar de su empresa como un hijo más, el más delicado y caprichoso.
Si las cosas van bien, la fase más dura engloba los dos o tres primeros años, y después el trabajo sí se hace más relajado. Pero no por ello se puede levantar la guardia. Las hermanas María y Ainhoa Alfonso no lo han hecho y llevan ya muchos años al frente del Instituto Tecnológico PET."Llevamos puestos de responsabilidad, así que estamos disponibles las veinticuatro horas, y en mi caso, soy madre de cuatro hijos y viajo a Portugal dos días a la semana; lo puedo hacer gracias a que mi marido se ocupa de la retaguardia, una auténtica conciliación",explica María en una entrevista. Y conscientes de que la conciliación no es sólo cosa de mujeres, en otra ocasión contaron que la política de su empresa es que todos concilien, que los jóvenes puedan ir al cine y los que tengan perro lo puedan pasear.
Porque el problema de encontrarse con esas fases inesperadas del emprendimiento llega cuando esta situación se normaliza y la esperada conciliación se convierte en el rol perpetuo de que la mujer es la única responsable de las "cosas de casa". Y ya ni siquiera existe la excusa de que no trabaja fuera. El valor de emprender un negocio debe ser reivindicado para conseguir que la idea de la conciliación se vea en la familia como una cosa de todos. El cambio empieza en casa, pero también se debe extender a las empresas para evitar las reuniones a primera y a última hora del día.
Y ahí está una de las diferencias que, de forma general, diferencian a las mujeres a la hora de emprender: piensan en lo importante que es establecer horarios sensatos y permitir que sus empleados, todos, pueden conciliarlo con su vida personal. Así hace, por ejemplo, Rita Benítez en su taller escuela Era Arqueología, en Cádiz, que va más allá y para su escuela de verano contrata a "señoras de mi quinta, que se sacaron el título y lo colgaron en la pared del salón mientras criaban a sus hijos, para que ejerzan, por primera vez en muchos casos, su profesión".
Juan Ramón Gómez es autor del libro ‘Emprendedoras’
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