El futuro del sindicalismo
¿Para cuándo el debate sobre el futuro del sindicalismo? Un debate sin paños calientes y a cara descubierta sobre los niveles (bajos) de afiliación, sobre la dependencia de los poderes públicos vía subvenciones, sobre la atomización sindical en muchos sectores donde proliferan los sindicatos profesionales que reciben la confianza de los trabajadores, sobre la (cada vez menor) capacidad de movilización y liderazgo social porque, claramente, se está por detrás de los nuevos movimientos sociales. Y, cómo no, sobre la eternamente postergada modernización de una anquilosada estructura de la organización que, en unos tiempos donde se debate abiertamente en plazas y redes sociales, le aleja de la sociedad y le hace poco permeable a los cambios sociales.
Hace tiempo que asisto atónito al reguero de noticias protagonizadas por personas vinculadas al sindicato que lo dañan de forma irreparable. Dirigentes implicados en tramas de mal uso de dinero público, envueltos en las tarjetas black o que blanquean dinero gracias a la amnistía fiscal del PP. Todo esto no hace justicia al papel de cientos de delegados en los centros de trabajo en defensa de las condiciones laborales, a quienes estamos de piquetes en noches de huelgas generales y a tantas luchas que hicieron de este país un país mejor. No se me escapa la deliberada campaña por criminalizar a los sindicatos por parte de quienes quieren arrasar con todo lo conseguido en este país, pero no deberíamos quedarnos en eso. Porque algo pasa, algo más pasa.
Urge repensar el papel de los sindicatos en el siglo XXI para alumbrar una nueva configuración acorde a la sociedad actual.— Carlos Arriazu Antón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.