Dos incendios futobolísticos
Unas declaraciones de Xabi Alonso y Leo Mesi dan pábulo a tan intensas como prescindibles controversias en tertulias televisivas
Varios incendios han abrasado el mundo del fútbol durante los últimos días y no consta que sean intencionados. Xabi Alonso, exjugador del Liverpool y del Real Madrid, hoy en el Bayern de Pep Guardiola, provocó el que arrasó más hectáreas de tertulias deportivas en la TDT. El excentrocampista imprescindible de la selección proclamó que Neuer (portero del Bayern) “se merece el balón de oro” porque es el “mejor portero” con el que ha jugado nunca.
Nunca debió atreverse a tanto. Feroces tertulianos que jamás se han preguntado por los presupuestos del club de sus amores —algunos periodistas deportivos se han desprendido a tiempo de la molesta condición de neutralidad— o por cómo se gestiona el dinero de los socios, cayeron sobre las palabras de Alonso, las sometieron a ácidos y álcalis, escrutaron cada signo y concluyeron con el zafio dictamen que era de esperar: Xabi Alonso es un traidor, que ha insultado a sus antiguos compañeros Iker Casillas y Cristiano Ronaldo (candidato al Balón de Oro). Que la opinión de Alonso esté mejor o peor fundada o que haya trabajado con más porteros que con Casillas es asunto menor para los escoliastas de la histeria y el azufre.
Casi al mismo tiempo, unas declaraciones prescindibles por su blandura del habitualmente algodonoso Leo Messi en el sentido de que podría ser feliz en otro club que no fuera el Barça provocaron el pánico entre los hermeneutas del barcelonismo. Allí, como en Madrid, el club principal está recubierto de una espesa capa de protectores mediáticos, hipersensibles y neurasténicos, portadores de patriotismo aldeano, cuya tarea principal no es informar sino quemar la pradera que rodea el fuerte en cuando detectan algún signo de peligro. Temor y temblor, se llama la figura.
Tranquilícense los analistas de la TDT y los detectores de humo del Barça; ni hay traidores ni Messi encontrará un resort (ya que no paraíso) fiscal más confortable que el español. Y si lo encuentra, pues bien. ¿No está La Masía recubierta de perlas futbolísticas? Tan ilustres vociferantes harían mejor en preocuparse por lo que de verdad está matando el fútbol: la deuda, la opacidad de sus gestores y un reparto feudal de los derechos de televisión.
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