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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La felicidad y el yoga

El presidente de India Narendra Modi crea una Secretaria de Estado destinada a promover el yoga y las medicinas tradicionales

El País
Marcos Balfagón

El primer ministro de India, Narendra Modi, está tan convencido de los beneficios de levantarse a las 4.30 para practicar yoga que ha decidido promoverlo, en su país y en todo el mundo. A Modi le ayuda como gobernante el ritual que comienza con una hora de yoga para adentrarse luego en las tareas del día y reposarlas con otra hora de meditación. Coherente con ello, ha propuesto instaurar un día mundial del yoga y ha creado una Secretaría de Estado para el Yoga y la Medicina Tradicional.

Algunos sectores han visto con preocupación la medida por si fuera interpretada como una opción frente a la medicina científica. Modi ha aclarado que no son antagónicas, sino complementarias. Si se tiene en cuenta que la medicina ayurvédica promueve “hacer de la buena salud parte de la vida”, y la medicina científica considera que es mejor prevenir que curar, no parecen filosofías contradictorias.

Pero además de querer procurar bienestar a la gente, es posible que Modi haya hecho también ciertos cálculos. Habida cuenta del crecimiento de las medicinas alternativas en los países ricos, poder exportar ciertas prácticas puede ser también una fuente de ingresos. Lo ocurrido en el campo de los genéricos indica que el altruismo, como la felicidad, puede ser también rentable. Gracias a la política de exportarlos a países pobres, India tiene ya un potente sector farmacéutico que compite con la UE y Estados Unidos.

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Los caminos para la felicidad y el bienestar son infinitos. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, creó hace un año nada menos que un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, con idea de coordinar diversos programas sociales y “para atender a los viejitos y viejitas, y a los niños y niñas”.

En 1972 el rey de Bután Jigme Singye Wangchuck fue pionero —si dejamos de lado la loable intención de “la búsqueda de la felicidad” de la Declaración de Independencia de EE UU— al acuñar el concepto de Felicidad Nacional Bruta. Se trataba de orientar las políticas al crecimiento económico, pero también al bienestar de la gente. En los últimos años han aparecido otros índices, apadrinados por la OCDE o la propia ONU, que incorporan este tipo de indicadores. No está claro que felicidad signifique lo mismo en todos los casos, pero bien está perseguirla... como sea.

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