Una cláusula delirante
Un hotel británico multa a los clientes que vierten críticas negativas en la web sobre su servicio

El viejo aforismo de que el cliente siempre tiene la razón no parece encajar en los tiempos de la globalidad. Un hotel británico ha tenido la ocurrencia de aplicar un recargo de 100 libras (125 euros) a los huéspedes que expresan opiniones negativas sobre el establecimiento. Este despropósito lo acaba de comprobar un matrimonio que, a la hora de pagar su estancia en el Broadway de Blackpool, al norte de Inglaterra, se encontró con la sorpresa de que además de las 36 libras por una noche en una habitación (desayuno incluido) se les había cargado en su tarjeta de crédito otras 100 libras de multa por haber escrito en la web de TripAdvisor que el hotel era “asqueroso, sucio, maloliente”, “un cuchitril repugnante”.
Sin haberse percatado, habían firmado una cláusula que les penalizaba económicamente si expresaban opiniones negativas. De manera que “por cada mala crítica que se deje en cualquier página web, se aplicará un recargo de 100 libras al organizador del grupo”, según la letra pequeña del contrato, esa que habitualmente nunca se lee.
Una clausura tan delirante, además de no tener precedentes, es un ataque en toda regla al derecho fundamental a la libertad de expresión. Las autoridades locales así lo han visto. Lo primero que han hecho ha sido darle la razón a la pareja que denunció esta situación y han reclamado al hotel que les devuelva el dinero de la sanción. Lo segundo ha sido exigirle que retire esta insólita “política contra las malas críticas” que penaliza los comentarios adversos.
También los comerciantes han reprobado la estrategia del Broadway. Pero no por considerar que cercena la libertad de cualquier ciudadano a enjuiciar el trato recibido sino porque entienden que la idea de multar a los clientes díscolos podría ser considerado como “una práctica comercial desleal”.
Si alguna ventaja tiene Internet es que los consumidores pueden encontrar un alud de opiniones sobre la limpieza de un hostal o la calidad de un restaurante. Aunque desgraciadamente no siempre es posible saber si las reseñas que se publican están firmadas por clientes auténticos. Para bien o para mal.
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