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Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino
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Hoteles fantasmagóricos y bosques malditos

Isidoro Merino

Halloween está al caer, como la cuchilla de la guillotina.

01 Cachtice (Eslovaquia)

En lo alto de los Cárpatos, las almenas del castillo de Cachtice guardan una historia sangrienta.

Allí vivió a finales del siglo XVI Elizabeth Báthory (1560-1614), perteneciente a una antigua dinastía de voivodas (príncipes) transilvanos y bautizada por la leyenda como la Condesa Sangrienta porque torturó y asesinó a unas 600 muchachas para bañarse en su sangre –-tenía la fea costumbre de morderlas en los pechos y en el cuello-- y mantenerse hermosa.

Su propio hijo, el conde Thurzo, horrorizado por las cosas que contaban de mamá, cabalgó hasta el castillo un gélido día de invierno y la encerró en la torre del homenaje, donde murió cuatro años después. La historia ha inspirado varias películas de miedo y erotismo, como la mítica cinta de Jess Franco Vampiros lesbos o uno de los Contes immoraux de Walerian Borowczyk, donde Paloma Picasso interpretaba a la condesa. Por los alrededores del castillo se extiende un paisaje boscoso y salvaje, como se puede ver en este vídeo de la sinuosa carretera que conduce a Cachtice.

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02 Casona del Salto (Colombia)

Un hotel dentro de una nube, un balneario construido en 1928 junto al Salto de Tequendama, la cascada por la que el río Bogotá se descuelga por un barranco de 160 metros.

El enclave es espectacular, y durante años el hotel Casona del Salto fue uno de los destinos de vacaciones preferidos por las clases pudientes de Colombia. Hasta la década de los noventa, cuando la contaminación del río Bogotá hizo que las aguas termales y el propio enclave perdieran su encanto y el hotel mirador se convirtiese trampolín de suicidas y guarida de sombras.

03 Isla de Poveglia, Venecia (Italia)

Ser un vampiro no es fácil. Y no solo por los ajos y las estacas, a veces toca comer ladrillos: en marzo de 2009, el antropólogo forense Matteo Borrini, de la Universidad de Florencia, desenterró los restos de un vampiro en una fosa común de Poveglia, una pequeña isla de la laguna de Venecia donde se aislaba a los enfermos de peste.

Se trataba el esqueleto de una mujer con un ladrillo incrustado en la boca, para que no mordiese a nadie después de muerta. Poveglia debió de ser un lugar siniestro, al igual que las islas vecinas de Lazzaretto Vecchio y Lazzaretto Nuovo. Decenas de miles de personas murieron y fueron enterradas allí durante las sucesivas epidemias que azotaron Europa entre los siglos XIV y XVIII, lo que le valió el apodo de Isla de los Muertos. La escasez de sepulturas para el enorme número de víctimas obligaba a reabrir las fosas para arrojar los nuevos cadáveres, y lo que sacaban a la luz no era agradable de ver: algunos cadáveres aparecían en extrañas posturas y mostraban expresiones atroces; otros parecían haberse comido el sudario y de sus bocas rezumaba un líquido oscuro y viscoso como la sangre.

Son fenómenos post mortem para los que los forenses modernos tienen explicación, pero en la Edad Media, aquellos muertos tan feos no eran sino criaturas inmundas ávidas de sangre y transmisores de enfermedades: vampiros. En la década de 1930 se construyó allí un manicomio. Los internos en ocasiones veían muertos.

04 Eilean Donan, Escocia (Reino Unido)

Ubicado en un islote a orillas del lago Duich, el castillo escocés de Eilean Donan, propiedad del clan McRae, es el hogar de un famoso espectro.

Según la leyenda, se trata de uno de los 39 soldados españoles —parte de una expedición de 300 enviada por el rey Felipe V para alzar a los jacobitas escoceses contra Inglaterra— que en 1719 se atrincheraron en Eilean Donan. La cosa acabó mal: los refuerzos —una flota de 27 naves que tuvo que regresar a España por culpa de una tormenta— nunca llegaron, pero sí una escuadra inglesa que atacó el castillo y capturó o mató a sus ocupantes. Entre ellos, el fantasma, que en 294 años seguro que ya habrá aprendido a asustar en inglés. Eilean Donan es uno de los lugares más visitados de Escocia, y algunos turistas dicen haberlo visto. También lo han filmado.

05 Santa María della Vittoria (Roma)

La iglesia romana de Santa María della Vittoria es conocida por albergar el Éxtasis de Santa Teresa (Entre 1647 y 1651), la obra maestra de Bernini y una de las esculturas más sensuales del arte: la santa, de mármol blanco, pone los ojos en blanco al recibir el fuego divino de un ángel, como en una petite mort.

Justo enfrente, en una urna de cristal, yace la figura de una bella durmiente coronada de rosas blancas: Santa Vittoria, virgen y mártir. Parece una muñeca de tamaño natural, pero si se mira de cerca, se ven los dientes de una calavera asomando en su boca entreabierta: bajo el maquillaje de cera y la peluca rubia de cabellos humanos está la momia de Vittoria. Y te manda besitos.

Santa Vittoria

06 Abadía de Whitby (Reino Unido)

Durante siglos, las tormentas hicieron naufragar los barcos bajo los acantilados de Whitby, un puerto de la cosa de Yorkshire, en Inglaterra. Uno de ellos, la goleta rusa Demeter, cargaba en su bodega a un monstruo.

O al menos así lo contó Bram Stoker en la novela Drácula, donde describe, tal como están hoy día, los 199 escalones que trepó el vampiro convertido en lobo desde el puerto hasta el cementerio.

07 Cripta de los Capuchinos (Roma)

En el corazón de la Roma más mundana, la Vía Vittorio Veneto de los paparazzis y la dolce vita, un monumento a la fugacidad de la vida: la cripta de los Capuchinos en la iglesia de la Concepción.

Vértebras, húmeros, tibias y calaveras decoran las bóvedas y paredes de este lúgubre museo, con esqueletos y momias amojamadas de monjes que aún visten los hábitos franciscanos. A los niños les encanta.

08 Bosque de Aokigahara (Japón)

“Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres. Por favor, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos. Por favor, busca ayuda y no atravieses este lugar solo”. Carteles en japonés con advertencias como esta señalan los accesos al bosque de Aokigahara, una masa forestal de 35 hectáreas en las laderas del monte Fuji, no lejos de Tokio.

Cada año, casi un centenar de personas elige este lugar para quitarse la vida, y el bosque es tan denso y silencioso que a veces se tardan años en encontrar los cadáveres.

Las leyendas dicen que Aokigahara está habitado por yureis, la versión japonesa de los fantasmas, y que en los árboles viven demonios malignos que impiden abandonar el bosque a quienes se adentran en él.

Encantadoras historias para contar esta noche, ¿no? Soñad con los angelitos.


Comentarios

La Casona del Salto es la que más impresión me ha dado, básicamente porque hay muchas así en la mayoría de carreteras nacionales jajajaja
Puffff vaya pasada de lugares!!. Por su singularidad y el misterio que encierran....Aunque dudo si me alojaría en alguno de ellos jajaja...Un saludo!!
La selva de Irati, en Navarra, no es un bosque misterioso, aunque lo parezca. Sí se trata de un lugar con historia, como otros muchos que trato en el blog:http://www.lugaresconhistoria.com

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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