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Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel

Quique Dacosta

José Carlos Capel

Fueron dos de las demostraciones más sonadas del breve pero sustancioso congreso de cocina que el pasado lunes concluyó en Colonia. Con el auditorio en media penumbra Dacosta proyectó un vídeo en el que intentaba transmitir su particular debate creativo. Sueño, insomnio y sufrimiento en busca de una inspiración imaginaria. Me gustaron algunas frases que retuve al vuelo: “Quiero construir un plato en torno al silencio. ¿Me puedo comer el silencio? Deseo hacer crujir el agua. El agua me asusta y me estimula…”

Bodegón de palabras que jugaban en complicidad con las imágenes. Después, sin ningún ayudante, Dacosta elaboró en directo varias recetas y brindó al auditorio la posibilidad de degustar sus rosas. Me pareció una gran ponencia, mezcla de técnica, creatividad y pensamiento. Una exposición que entusiasmó a los congresistas.

Al concluir mantuve con Quique una conversación improvisada.

Acabas de anunciar en San Sebastián Gastronomika que te retiras de los congresos en España a partir de 2015. Algunos afirman que lo haces porque tu creatividad ha tocado techo y tienes miedo a no sorprender como antes. ¿A qué se debe? Es una decisión personal. Necesito tiempo para mi familia y descanso para mi equipo. Llevo muchos años participando en los congresos españoles y he dejado un poco de lado los de fuera. No hay diferencias entre mis demostraciones, todas se ajustan a los mismos patrones. Nunca he escondido nada, he desvelado mi obra paso a paso, no oculto naday creo haber contribuido a la evolución de la cocina. En el futuro intentaré comunicar mi trabajo en España de otra manera.

¿Ha tocado techo la vanguardia? En absoluto, aún tenemos que subir a la luna. No sé qué pasará dentro de 40 años pero seguro que mucho antes abriremos nuevos caminos. Hay que redefinir el concepto de vanguardia, bastante ambiguo. Hace poco disfruté en Corea de una comida en un templo budista regentado por mujeres. Si ese menú me lo hubieran servido en un rascacielos de Nueva York habría pensado que era vanguardia. Hay que evolucionar a partir de la reflexión y el pensamiento, se necesita desparpajo y valentía. Hasta hace poco la vanguardia se había apoyado en las técnicas y la tecnología. Los mecanismos de la creatividad se han ampliado. Hay muy buenos cocineros en todo el mundo. Los españoles tenemos que ser cada vez más competitivos.

El crítico del Financial Times, Nicholas Lander, afirmaba en 2008 que los restaurantes del futuro no se parecerán a los actuales. Hace tiempo que están cambiando. Es asombroso lo que hemos evolucionado en la última década en las grandes ciudades, se transforman los estilos de cocina, se modifican los gustos y las formas de comer tradicionales. No hay que tener miedo a que las cosas caduquen. Si retirásemos las cucharas de los restaurantes, las sopas desaparecían o se tomarían de otra manera.

¿Tu cocina es local o global? Yo me inspiro en lo próximo, pero no renuncio a lo universal, sería restringir mis posibilidades. No soy ni tradicional ni vanguardista, sino la suma de varias cosas. A veces lo que tienes más cerca parece novedoso. Muchos piensan que el raïm de pastor y el pulpo seco de mi menú 2014 vienen de países lejanos y son de los pastores y pescadores de mi zona.

¿Qué opinas de The world´s 50best? Me merece el máximo respeto. Creo en la seriedad de esa lista por las personas que están dentro, aunque reconozco que es errática e imprevisible. Mi bajada del año pasado fue emocionalmente dura, es difícil gestionar las subidas y las caídas. Creo que estamos en el mejor momento de nuestra trayectoria y representó un golpe serio. No quisiéramos salir del grupo de los 50 primeros porque esa posición nos trae clientes a casa. Pero para que te voten tus colegas tienen que venir a visitarte y no es lo mismo tener el restaurante en Bilbao o en Madrid que en un pueblo como Denia.

¿Cuáles son tus cocineros favoritos en el extranjero? A pesar de que he viajado mucho mi visión es incompleta. He hecho grandes comidas en Virgilio Martínez Central , en Lima, en el restaurante deSergio Herman (Holanda y Bélgica), y me parece sensacional Gert de Mangeler (Hertog Jan) en Brujas. Me gustó mucho Juan Manuel Barrientos en El Cielo (Bogotá), Jaan Par Andrée en Singapur y recientemente Akrame BenaallAkrame en Paris. (Cuando citó Akrame no pude contener mi entusiasmo y le apostillé que es el David Muñoz de Francia, el nuevorevolucionario galo)

Sobre el mismo escenario, al concluir su ponencia mi colega, el crítico alemán Jürgen Dollase, devoto de Dacosta, le preguntó cómo veía el futuro de la cocina española contemporánea. La respuesta de Quique fue pausada: “No sé qué contestar, mi opinión vale muy poco o nada. La fama de la cocina española no la ha cimentado Ferrán Adriá, ni antes Arzak, Subijana y Berasategui, ni todos los que trabajamos a diario en este oficio. La fama se sustenta en nuestras cocinas regionales soporte de las creativas y en una despensa portentosa, base del sabor de tantas recetas. Despensa y memoria gustativa bajo un prisma de libertad y ambición, con un componente emocional que ha tenido mucho de ilusión infantil en algunos casos”.

Sus palabras fueron acogidas con una cerrada ovación por parte de los congresistas. Sígueme en Twitter en@JCCapel

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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