¿De verdad que una huelga de sexo puede terminar con una guerra?
Mujeres en Juba, capital de Sudán del Su / Foto C.C.
El pasado 22 de octubre, el periódico Sudan Tribune de Sudán del Sur informaba de que un grupo femenino de activistas por la paz ha hecho un llamamiento a todas la mujeres del país y a las que viven en la diáspora para que se nieguen a mantener relaciones sexuales con sus maridos hasta que el actual conflicto que vive el país se solucione.
La propuesta es una de las resoluciones aprobadas en una reunión que tuvo lugar en Juba, la capital del país, y a la que asistieron más de 90 mujeres, activistas por la paz, entre las que se encontraban varias que son miembros del parlamento.
La reunión fue una más de una serie que el grupo pacifista están convocando para llamar la atención de los líderes sursudanéses de ambos bandos y la comunidad internacional sobre la necesidad de terminar de una vez con este conflicto que ya va camino de cumplir su primer aniversario.
El conflicto actual se inició el 15 de diciembre de 2013 cuando un grupo de seguidores del ex Vicepresidente Riek Machar intentó dar un golpe de estado para deponer al Presidente Salva Kiir. Desde entonces, miles de hombres, mujeres y niños han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en países vecinos o en los campos de desplazados de la capital y otras zonas del país que en la actualidad acogen, según las Naciones Unidas, a más de 1.4 millones de personas. Además, cientos de personas han muerto, decenas de mujeres han sufrido violencia sexual y gran número de menores han sido forzados a luchar como soldados en las filas rebeldes, principalmente.
Esta situación no es ajena al país más joven del mundo (adquirió la independencia de Sudán en julio de 2011). Prácticamente, desde 1955 Sudán del Sur ha estado luchando por su independencia del Norte. Como en todas las guerras, también en esta ha habido informes de abusos sexuales contra las mujeres y las niñas por parte de todos los combatientes que han tomado parte en la contienda. Sin embargo, según se desprende de un informe de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en la República de Sudán del Sur (UNMISS) en el actual conflicto se han alcanzado niveles de violencia contra las mujeres y niñas nunca antes vistos en el país.
Además, dada la frágil estructura sanitaria con la que contaba el país, este se encuentra en la actualidad al borde del colapso e inmerso en una fuerte hambruna que afecta a la mayoría de la población aunque de manera más fuerte a los habitantes de los estados de Unity, Jongley y Upper Nilo donde se han concentrado la mayoría de los combates lo que ha ocasionado que no se puedan cultivar los campos. Por cierto, son tres estados que son ricos en petróleo, dato a tener en cuenta. En este mes de octubre también se están registrando algunas escaramuzas entre rebeldes y el ejército en el estado de Lakes, en el centro del país.
Hartas de esta situación las mujeres han decidido tomar la iniciativa en la búsqueda de la paz. La idea de una huelga de sexo no es nueva. En 2003, la trabajadora social liberiana Leymah Gbowee decidió organizar a las mujeres de su país, empezando por las de la iglesia luterana, a la que pertenecía, luego al resto de cristianas y finalmente consiguiendo también el apoyo de las musulmanas. Vestidas de blanco y con el lema: “las mujeres de Liberia queremos la paz ahora”, empezaron a manifestarse y movilizarse, llegando a concentrarse diariamente 2.500 mujeres en el mercado existente delante de la residencia del presidente Charles Taylor, en Monrovia, y por donde su coche pasaba diariamente.
Convencidas de que los hombres eran los principales perpetradores de la violencia decidieron denegar el sexo a sus maridos hasta que la guerra terminarse.
El activismo de estas mujeres fue decisivo para poner fin al largo conflicto liberiano y Laymah Gbowee fue recompensada por su liderazgo y valentía con el Premio Nobel de la Paz en 2011.
Ahora las mujeres sursudanésas quieren seguir el camino que abrieron las liberianas y que luego ha sido repetido en otros países como Kenia o Costa de Marfil con desigual suceso.
La portavoz de las pacifistas, la ex ministra de género, infancia y asuntos sociales, Priscila Nyanyang, también informó que otra de las acciones que intentan organizar es un encuentro entre la esposa del presidente Salva Kiir y de su anterior vicepresidente y ahora líder de los rebeldes Riek Machar, para poder pedirles que se unan a la búsqueda de la paz y la reconciliación nacional utilizando el poder que tienen para presionar a sus maridos para que terminen con la guerra.
Según el Sudan Tribune, algunas expertas internacionales piensan que a pesar de que las mujeres pueden jugar un papel muy importante en la consecución de la paz en su país, las estrategias elegidas no funcionarán por sí solas por lo que deberían ir unidas a otro tipo de estrategias, como sucedió en el caso de Liberia. Una de estas podría ser las manifestaciones pacificas, sentados o utilizar técnicas similares a las de Femen, desnudándose en lugares públicos estratégicos.
De una forma u otra, lo importante, pienso yo, no es tanto la estrategia elegida, sino la implicación de las mujeres en el proceso de paz, muy en línea con las Resoluciones 1325 (2000) y 2122 (2013) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que reconocen que la guerra afecta a las mujeres de manera diferente que a los hombres y reafirman la necesidad de potenciar el rol de las mujeres en la adopción de las decisiones referidas a la prevención y la resolución de los conflictos.
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