"Hay quien piensa que, por ser colombiana, una viene a buscar un hombre"
AUTOR: Nacho Sánchez
Eliana Valencia nació en Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia. Llegó a España con 28 años, ahora hace siete, con la intención de terminar sus estudios de psicología en la Universidad de Sevilla y quedarse a vivir con su pareja, un malagueño. Ahora vive en Fuengirola, se ha especializado en terapias Gestalt y además es monitora de un grupo de meditación. No ha tenido problemas como inmigrante, pero le indigna que, por ser mujer y colombiana, algunas personas la vean como una busca maridos. Continuamos con ella la serie de entrevistas de la campaña por la integraciónTodas las piezas son importantesde la ONG Málaga Acoge.
¿Cómo es su trabajo día a día?
En el centro de psicología trabajamos para promover la salud psíquica y emocional de las personas. Hay talleres grupales, autoconocimiento, desarrollo personal y terapias individuales. Hay motivos de consulta de todo tipo: crisis vitales, enfermedad, ansiedad, depresión, separaciones, duelos… Pero también nosotros promovemos el hecho de que si no tienes enfermedad o no tienes nada, toca conocerse y vivir mejor.
¿Y siempre con el enfoque de la Gestalt?
El enfoque que yo trabajaba en la universidad era cognitivo conductual y la especialización que hice es de corte más humanista y se llama así, Gestalt. Mi intervención terapéutica es siempre desde la Gestalt. Trato siempre la necesidad de la persona: si alguien necesita algo más directivo, pues también. La Gestalt es más libre, dejar hacer, fluir, que la persona siga su ritmo… En la cognitiva el terapeuta dirige y el otro obedece.
¿Cómo surgió lo de estudiar en España?
La universidad donde estudiaba en Colombia estaba potenciando el intercambio internacional entre las universidades, algo que da cierto nivel al centro de origen. Yo había hecho un programa nacional de intercambio y luego hice el internacional. Lo hice a España porque tenía una pareja aquí, y vine con la intención de quedarme: utilicé el intercambio educativo como excusa. Primero estuve en Sevilla, porque el convenio era con la Universidad de Sevilla, y luego trasladé el expediente a la Universidad de Málaga, porque era donde residía mi pareja.
¿Y qué tal desde entonces?
La verdad es que he tenido una situación muy buena. Si me voy, me voy con una ganancia a nivel de relaciones personales muy grande. También ha sido por mi apertura, claro. La gente con la que me he encontrado tiene la mentalidad muy abierta, es gente que no ve al inmigrante para nada como un peligro u obstáculo, al contrario; es gente que conoce muchos países, que entiende la importancia del inmigrante. El medio en el que me muevo es el de trabajadores sociales, psicólogos, médicos… es gente que ayuda, es muy fácil estar ahí.
¿Fue mucho cambio vivir a Andalucía respecto a su vida en Medellín?
Sí, totalmente. Creo que el peor error que puede cometer cualquier persona que viaja a un país es no conocer al país. Y no sólo en términos demográficos, sino también culturales. Y yo confieso que no venía muy enterada de cómo era la cultura española. Me costó mucho, por ejemplo, que nosotros en Medellín acogemos muy bien al extranjero, allí la figura del inmigrante no se conoce. Esa diferenciación entre extranjero e inmigrante… A veces me decían que era extranjera, por ser estudiante, no inmigrante… Pero yo soy inmigrante. Hacer esa diferenciación genera cierto rechazo y eso para mí fue difícil. También los estilos de cómo acercarse a un grupo o formar parte de ellos son muy diferentes y me costó. Y lo que más me ha gustado que no me ha costado es la tranquilidad: poder llevar cosas de valor y no tener miedo de que te lo vayan a robar da mucha tranquilidad. Y también me pareció muy bueno que la gente tuviera acceso mínimo a la salud aun estando en situación irregular o a educación. Y también los precios: lo que yo pagaba aquí en la universidad allí es impensable porque eso es un lujo mientras aquí sigue siendo un derecho. Qué bueno que haya tanta inclusión y tanta facilidad. Ahora cada vez se está pareciendo todo más a allá, lamentablemente.
¿Qué tal la vida en Fuengirola?
Yo, como decía, vivía en Medellín, e ir desde ahí a la costa es como vivir en Madrid e ir de vacaciones de verano a Fuengirola. Para mí, de vivir en el interior a ahora vivir a 50 metros del Mediterráneo… Allí es de postal y aquí es vivir en la postal. Y para mí es muy sencillo disfrutar aquí, no hay que hacer grandes viajes ni gastar demasiado dinero. Frente al mar con una cerveza y una tapa, ya te lo pasas bien. La playa es más que suficiente.
¿Ha tenido algún problema por ser inmigrante?
Por ser colombiana y mujer, a veces sí. Hay mucha gente que piensa que por ser colombiana una viene a buscar un hombre para que la mantenga o se va a dedicar a la prostitución, pero gente así vas a encontrar en cualquier lado. Aquí no se habla de nacionalidades que miren mejor o peor, si no de personas que se basan en estereotipos o prejuicios. O por ejemplo, hombres que te ven y por simplemente estar leyendo un libro sola significa que estás esperándolos a ellos.
¿Hay estereotipos sobre los españoles en Colombia?
Sí. Se dice que hablan muy duro, que a nivel de higiene no son limpios… pero eso pasa en todos lados. También que beben y fuman mucho. De los andaluces dicen que son muy perezosos y que les gusta todo muy fácil y yo conozco muchos casos de ansiedad de gente que está muy activa y revolucionada. Si es que al final una ve, con la experiencia, que hay muchas más similitudes que diferencias entre unos y otros. Aunque a mí me sorprendió mucho el hecho de que no se terminen las palabras al hablar o se use tan poco léxico. Pero yo vine a conocer la cultura.
Algo que la enriquece, ¿no?
Yo creo que lo que más enriquece a mí, que conozco gente de Senegal, Uruguay, de aquí (donde también es diferente un cordobés que un castellano) es la diferencia. Esa diferencia es muy importante: desde la comida a las costumbres hasta la forma de ver las cosas. Te abre mucho la mente saber que no eres el ombligo del mundo y que siempre hay alguien que tiene algo que enseñarte. Lo que aporta es la diferencia a todos los niveles. Si tú permites que el otro te enseñe, pues vas a salir enriquecido. Yo veo ganancia por todos lados.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.