Una silla con más de 75 veranos


Silla Landi producida, a partir de ahora, por la empresa alemana Vitra.
El suizo Hans Coray (1906-1991) era lingüista. Pero tras doctorarse quiso ponerse a hacer cosas con las manos. Con un grupo de amigos, entre los que se encontraba el arquitecto Max Bill, comenzó a hacer propuestas. Fueron los pioneros del diseño industrial suizo. Con 32 años, Coray firmaría una silla sencilla, lógica, sobria y curiosamente icónica que desde 2004 forma parte de la colección de clásicos del diseño que ilustra los sellos suizos.
En los países donde el sol es escaso celebran la llegada del calor como si hubiera aparecido Papa Noël. Así, la silla Landi nació para disfrutar de ese momento de poder sentarse fuera. Fue la propuesta que Coray envió al concurso al que se presentaron más de 1.500 sillas para amueblar el pabellón de Hans Fischli que debía acoger la Exposición Nacional Suiza.
La silla representaba el verano sin dejar de aludir al país alpino donde debía ser producida. Era ligera (pesa tres kilos), de una discreción que la hacía casi invisible y, sin embargo, era también icónica gracias a los 91 agujeros que le daban, precisamente, la ligereza a su asiento. Esos agujeros servían también para drenar el agua de lluvia. Estaba hecha de aluminio “el metal suizo” -que solo se podía fabricar con gran consumo de la electricidad producida por las hidroeléctricas suizas y, por eso, se había convertido en un material exportable símbolo de la modernidad-. Así, la Landi tendió un puente entre el verano, la modernidad y Suiza. Puede que por eso ganara.
Sin dejar de producirse, en 75 años la silla ha recorrido mundo. Ha asumido el reto de la producción en serie y, desde 1962, tiene 31 agujeros menos. De aquellas butacas del pabellón suizo –que se vendieron por cinco francos terminada la feria- queda hoy la herencia: una pieza de exterior que aguanta el sol, la lluvia y el paso del tiempo. Una gran herencia que, como diría Miguel Milá del mejor diseño, “acompaña y no molesta”. La Landi lleva en las terrazas, jardines y porches, 76 veranos.
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