Hasta siempre, don Alfredo
Se ha ido Alfredo Di Stéfano. Formó parte de la Santísima Trinidad del fútbol, ésa que curiosamente está formada por cuatro. Si Maradona es el talento y la técnica cosidos a un borceguí, Cruyff la jerarquía y la elegancia y Pelé fue una brillante máquina de hacer goles, Alfredo Di Stéfano, para los que tuvieron la ocasión de verlo, fue sencillamente el más grande, el más completo. Así, de forma breve y escueta. Como era también él, parco en palabras. Lacónico. Genial. De él cuentan que “te mataba” en las distancias cortas. Para la posteridad quedarán perlas como que “las prisas sólo son buenas para los ladrones y los malos toreros” o, refiriéndose a los porteros que él entrenó, de quienes decía “ché, que al menos las que vayan fuera, no las metan dentro”. La última etapa de su vida la pasó con su inseparable bastón, pero en el brillo y la viveza de su mirada latían la sabiduría de un hombre que tuvo una vida intensa y plena y la sencillez de los verdaderamente grandes. Descanse en paz Alfredo Di Stéfano.
De un aficionado del Atlético de Madrid.— Martín Serradilla Ramos.
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