Ecomarcha: vacaciones al ritmo de tus piernas
Por Nerea Ramírez Piris, Ecologistas en Acción
Se apuntó a regañadientes. Una de las participantes en la Ecomarcha del pasado verano llevaba años disfrutando de paquetes de vacaciones en otros países. No podía hacerlo más, por diferentes razones, así que se conformó con un plan en bicicleta por la Península. Al final de la ruta se le saltaba alguna lágrima y reconocía lo bien que se lo había pasado.
El turismo de masas es una actividad con importantes impactos sociales y ambientales. Genera ingentes cantidades de residuos y de emisiones de gases de efecto invernadero, se organiza sobre la precariedad laboral en el sector, se encuentra en manos de unas pocas empresas transnacionales y extrapola el sistema de valores occidental a todos los rincones del planeta, como si nuestra forma de vida y de divertirnos fuera la única válida. Si no te haces un viaje trasatlántico al año, si no te haces una escapadita de vez en cuando en avión a una ciudad de esas que salen en las pelis parece que no tienes nada que contar a la vuelta.
La velocidad nos impide disfrutar del camino, de sus recovecos. En el turismo industrial el camino no existe, sólo importa el destino.
La Ecomarcha es una forma diferente de hacer turismo. Van cuatro ediciones seguidas con más de 120 participantes cada una y mucha gente repite. Hay niñas y niños, que ya son pandilla a lo verano azul, y también veteranos septuagenarios. Cada cual da pedales a su ritmo, sabiendo que con la ayuda del resto va a llegar al siguiente pueblo. Las bicis recorren los caminos engalanadas con banderas de colores: queremos que se nos vea, que nos pregunten por qué damos pedales con esa sonrisa. Y tampoco faltan pancartas reivindicativas en las alforjas, para pararse frente a campos de golf, macrourbanizaciones y otros delirios urbanísticos costeros.
Al final de cada etapa, comidas populares con la gente de cada pueblo, paseos, bailes, baños, talleres de arreglo de bicis, cuentacuentos, veladas bajo las estrellas, alguien que se anima a tocar la flauta. Y no terminamos una ecomarcha sin empezar a soñar con el recorrido de la siguiente.
El primer año acompañamos al Ebro desde su nacimiento a su desembocadura. El segundo recorrimos las vías pecuarias desde Soria hasta Mérida (a veces por carretera pues cada vez nos cierran más caminos olvidando que también son públicos, que también son un bien común). El tercero desde Murcia hasta Cuenca, desde el desastre ochentero de la Manga del Mar Menor hasta el futuro emplazamiento del cementerio nuclear.
Este verano iremos desde Palencia hasta Donostia. En esta ocasión pasaremos por muchos de los lugares donde pretenden instalar pozos para sacar gas a través de la técnica conocida como fracking. Podemos vivir con energías renovables, como las de nuestras piernas, en lugar de seguir perforando el territorio, y este verano nuestro pedaleo será la mejor manera de oponernos a esta nueva manera de esquilmar la naturaleza.
Más tiempo para la vida, más relaciones, más conversaciones, más tiempo para desplazarnos tirando de nuestros músculos, más visitar a los amigos, más compartir casa, más dormir al raso, más tiempo para permanecer, más caricias... Hay muchas actividades que cuanto más se practican, más felices nos hacen, de ésas podemos abusar todo lo que queramos. Ni se gastan, ni deterioran, ni son posibles sólo a costa de la explotación de los demás y del planeta.
¿Te apuntas? Solo necesitas una bici y ganas de pasarlo bien.
Toda la información en: http://ecologistasenaccion.org/article11714.html
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