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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Niñas (indefensas) prodigio

Más allá de sus habilidades deportivas, la cuestión es si Lucy Li, de 11 años, debe ser expuesta a la presión de verse las caras con jugadores profesionales

Soledad cales

Al cumplir los cinco años Mozart ya dominaba el clavecín; a los siete andaba de gira por las cortes europeas y antes de los 10 componía su primera sinfonía. En el mundo del cine, Shirley Temple comenzó su exitosa carrera como actriz nada menos que a los tres años. Son solo dos ejemplos de niños prodigio que han conquistado un lugar en la historia.

 La música y el cine son territorios propicios para las estrellas de corta edad. En el mundo del deporte es habitual ver competir a auténticas niñas en determinadas modalidades gimnásticas de unos Juegos Olímpicos. La catalana Gisela Pulido fue en 2004 campeona mundial de kitesurf, una especialidad que consiste en navegar deslizándose sobre una tabla con la ayuda de una cometa (kite, en inglés) manejada con una barra e impulsada por el viento. Pulido tenía 10 años y entró en el Libro Guinness de los récords al convertirse en ese momento en la estrella deportiva más joven del mundo en cualquier disciplina.

Con un año más, 11, la estadounidense Lucy Li, hija de padres chinos, acaba de participar en el US Open femenino de golf. No se trata de un torneo cualquiera. Es uno de los cuatro grandes del circuito. Lucy Li, que comenzó a los siete años a jugar con los palos, competía como amateur ante profesionales, aunque no pasó el corte en dos jornadas de 78 golpes.

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Más allá de sus habilidades deportivas, la cuestión es si una niña de 11 años debe ser expuesta a la presión que supone verse las caras con verdaderas profesionales. En fútbol, por ejemplo, a esa edad estaría en la categoría de alevines.

Entrenadores, padres y educadores alertan de los peligros que entraña empujar a los pequeños por ese camino. Algunos creen que no están preparados para superar los fracasos y que la tensión derivada de la rivalidad puede destrozarles la vida.

Es cierto que hay niños prodigio del deporte —Ricky Rubio debutó en el Joventut en un partido de la Liga ACB a los 14 años y Leo Messi jugó con el Barça con 16— pero los padres no deberían dejarse llevar por el brillo del éxito o del dinero. En el US Open estaba el juego un trofeo importante pero también 530.000 euros.

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