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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el verbo ‘abdicar’

En su artículo Gramática del reino (22 de junio), Vicente Molina Foix se arma un buen lío al considerar el funcionamiento gramatical del verbo abdicar. A propósito de una frase del mensaje del rey Juan Carlos del 2 de junio: “He decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España”, Molina escribe que “el verbo transitivo abdicar requiere habitualmente un complemento directo en ‘a’ o (más frecuente) ‘en’, inexistente en el texto regio”. Esto es disparatado. Lo malo es que dice tomar la información del Diccionario del español actual de Manuel Seco, cuando lo que este explica es muy otra cosa.

La primera acepción, transitiva, de abdicar consta así en dicho diccionario: “Traspasar [un soberano (suj) su reino, el trono o la corona (cd) a otra pers. (compl. EN)]. Tb. abs [oluto] [OLUTO][OSULTO]y sin el compl. EN”. Está todo perfectamente claro: el sujeto del verbo es un soberano; el complemento directo es el reino, el trono, la corona; y el beneficiario de la abdicación es una persona expresada mediante un complemento introducido por la preposición en. Por ejemplo: “El rey Fulano abdicó la corona en el príncipe Mengano”. Ahora bien, cualquiera de esos dos complementos (el directo y el complemento de persona con en), o ambos, pueden faltar en determinadas frases: “El rey Fulano abdicó la corona”, o “abdicó en el príncipe Mengano”, o, sencillamente, “abdicó”.

El que un verbo transitivo pueda usarse como “absoluto” significa justamente eso, que puede no llevar complemento directo. El diccionario cita textos ilustrativos de las distintas posibilidades. Uno de ellos, casi idéntico al del mensaje regio, es de Eduardo Mendoza: “Cuatro años más tarde el propio Alfonso XIII abdicaba la Corona de España”. Pero Molina lo recusa esgrimiendo unas supuestas libertades “expresivas” (¿?) del novelista barcelonés. No hay motivo. Ambos textos, el del mensaje real y el de Mendoza, son gramaticalmente impecables. En ambos hay complemento directo, “la Corona”, y falta el complemento con en designador de la persona en quien se abdica. En uno, por consabido. En el otro, porque Alfonso XIII no abdicaba en nadie, sino que se quitaba de en medio para dar paso a la Segunda República.— Pedro Álvarez de Miranda.

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