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Las cinco virtudes de Shailene Woodley

La protagonista de 'Divergente', la nueva saga de ciencia-ficción adolescente-deprimente, llega dispuesta a destronar a Jennifer Lawrence

CORDON

Tenemos chica nueva en la taquilla: se llama Shailene Woodley (California, 1991) y es divina. Hasta hace poco, era una dependienta de la cadena American Apparel; a partir del 30 de abril será la protagonista de la película que amenaza con ser la más taquillera del año: Divergente. Y es que Hollywood, hoy en día, se parece bastante a la distopía que plantea el filme: a cada actor o actriz se le encasilla en un grupo (ejemplos femeninos: la chica sexy, la fea interesante, la gordita graciosa…) y de ahí no hay manera de moverlo. Por eso Shailene ha causado tal revuelo. Como su personaje en el filme, Tris, es capaz de saltarse las categorías. Y es que en ella están todas las facciones en las que se divide la población en el filme y, por ende y alegóricamente, la Humanidad:

Osadía (La valentía)

Dicen que la fama crea adicción. Y también que cuando uno se baja de un tren es muy difícil volver a cogerlo. Pues bien, Shailene llevaba trabajando desde los 6 años en todo tipo de series y anuncios cuando simplemente dijo basta. Después de 5 temporadas haciendo de madre quinceañera en la cursilona serie Vida secreta de una adolescente, según ha declarado a The Guardian: “Me apetecía tomarme un respiro y pensé que sería bueno probar cosas nuevas y vivir en una ciudad diferente como Nueva York. Presenté currículums en todas las tiendas de la ciudad, desde las verdulerías hasta las cadenas de ropa”. Acabó en American Apparel pero no tuvo que soportar un infernal periodo de rebajas, ya que el empleo solo duró dos días. Su agente llamó por teléfono para hacerle llegar una oferta irrechazable: trabajar a las órdenes de Alexander Payne en la maravillosa Los descendientes, como la hija díscola de George Clooney con un novio escaso de luces. El descanso había finalizado. De la misma manera, no ha tenido ningún problema en desnudarse “por exigencias del guión” en la película White Bird in a Blizzard, producción indie de Gregg Arakki sin distribución (todavía) en España que causó sensación en Sundance. "Hay un poquito de desnudo y escenas de sexo muy provocativas”, le contó recientemente a Emma Stone en Interview. Habrá que verla.

Erudición (La inteligencia)

¿Cómo pasa uno de vender trapitos a aparecer en portada de todas las revistas del planeta? Escuchando y siguiendo los consejos de los demás. Cuando rechazó el papel de Tris en Divergente y su entorno la tomó por loca, pidió opinión a Jennifer Lawrence, embarcada en Los juegos del hambre, trilogía de temática, público y repercusión parecida: “Me dijo que no fuera tonta, que ella no cambiaría su papel de Katniss por nada del mundo. ‘Si me preguntaras por cosas como si debes hacer un vídeo porno casero o drogarte, no te daría mi opinión, pero ESTA es la mejor opción que jamás vas a tomar”, asegura que le contó la reina del photobombing.

Cordialidad (La paz)

En la pantalla, su personaje de Divergente es toda una rebelde dispuesta a pegarse físicamente con quien sea. En la vida real, si el Apocalipsis llegara, la pillaría meditando. “Mi noche perfecta pasa por hacer entre 15 y 45 minutos de yoga […] Después me lavo la cara y me tumbo en la cama con un libro de poemas o una novela y una taza de té”, contaba recientemente en Interview. En The Hollywood Reporter amplió su filosofía de vida: “Soy una ciudadana de este planeta, lo que significa que voy a ser responsable y vivir en harmonía con la naturaleza en vez de luchar contra ella”. Su conciencia cósmica, sin embargo, está sometida a excepciones: “Si me presento en una alfombra roja en chanclas, con mis leggins orgánicos y un top hippie, nadie me va a tomar en serio. Estoy en mi horario de y tengo que llevar uniforme”.

Verdad (La sinceridad)

“¿Tiene usted pelos en la lengua?”. Si a Woodley le hubieran hecho esa pregunta del viejo concurso de Pepe Navarro se habría llevado el premio gordo, pues no habría vacilado en responder. Una actitud que le ha traído no pocos problemas en Hollywood. Por ejemplo, cuando en un número de Teen Vogue se aplicó con saña a criticar el fenómeno Crepúsculo por misógino: “Lo siento, pero Crepúsculo representa una relación realmente tóxica e insana. Una chica se enamora de un chico y un minuto después de ser abandonada por él… ¡siente que su vida no tiene sentido y decide suicidarse! ¿Qué tipo de mensaje estamos lanzando a la gente joven? Desde luego que no creo que ese argumento vaya a hacer avanzar a la Humanidad”. Después de leer algo así, imaginamos que Bella y Edward se quedarían todavía más pálidos de lo que están.

Abnegación (La generosidad)

Shailene es tan desprendida que, si hace falta, es capaz de donar hasta sus cabellos: medían 20 centímetros pero acabó tan concienciada tras su trabajo en The Fault in Our Stars (una especie de Love Story para adolescentes, con chica con cáncer de por medio), que los subastó para recaudar dinero para la ONG Children with Hair Loss. Bravo, Shailene. Eso fue antes de que Divergente se convirtiera en un fenómeno adolescente. Ahora, el afortunado fetichista tiene un preciado tesoro capilar en sus manos: la inflación que va de ser una actriz poco conocida a una estrella.

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