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Manuel Valls impone sus gustos en los fogones del gobierno francés

El primer ministro introduce importantes cambios en la gastronomía del palacio Matignon Reemplaza el pescado por la carne y suprime los alimentos con gluten Hollande, al llegar, también remodeló la cocina del Elíseo y renovó la bodega

Manuel Valls preside un desayuno en el Ministerio del Interior francés, en enero de 2013.
Manuel Valls preside un desayuno en el Ministerio del Interior francés, en enero de 2013. LIONEL BONAVENTURE (AFP )

Del primer ministro francés, Manuel Valls, se ha dicho que es el nuevo hombre fuerte de François Hollande, el representante del ala derecha del Partido Socialista y una persona de carácter sanguíneo. La prensa francesa del corazón se ha entretenido estos días haciéndose eco de que, además, Valls también tiene gustos muy particulares en materia de comidas, y así se lo ha hecho saber a los chefs que se encargan de los fogones del palacio de Matignon, sede del gobierno.

El revuelo hace alusión a un artículo publicado en el diario conservador Le Figaro, según el cual Valls, recién aterrizado en su puesto como jefe de Gobierno francés, “ha vuelto locos a los cocineros de Matignon” y ha expresado, por ejemplo, su preferencia por la carne frente al pescado.

Y lo peor, según la investigación de Le Figaro, es que Valls es intolerante al gluten, por lo que “deberá privarse de muchos postres”. Entre sus elucubraciones, el diario llega a la conclusión por sí solo de que “no podrá degustar los grandes postres tradicionales de la repostería francesa, como la tarta de limón merengada, un Paris-Brest o un Saint-Honoré”.

Este esbozo de tentativa de revuelo sigue a las declaraciones efectuadas la pasada semana por la que fue ministra de Comercio Exterior, Nicole Bricq, que calificó una cena en el palacio presidencial del Elíseo de “asquerosa”.

Posteriormente se disculpó, pero el jefe de la brigada de chefs del Elíseo y presidente de la asociación de Cocineros de la República Francesa, Guillaume Gómez, publicó una nota de respuesta en su página oficial en Facebook en la que lamentaba que ese episodio hubiera tenido tanto eco.

Tras agradecer los numerosos apoyos recibidos, Gómez decía que ese incidente revelaba "hasta qué punto" su trabajo "está sometido constantemente al escrutinio, ya sea positivo o negativo”, de los demás, y contextualizaba: “Todos somos artesanos, y conocemos las reglas que imperan en nuestro oficio”.

La gastronomía siempre ha sido un asunto importante para el gobierno francés, que destina a ese apartado una partida sustanciosa de los presupuestos. Las cocinas del Elíseo cuestan al contribuyente 4,4 millones por año, según los datos oficiales.

Tras su llegada al palacio del Elíseo, el presidente Hollande introdujo algunos cambios, pero no en materia de política gastronómica sino de reducción del gasto. El jefe del Estado decidió renovar la bodega de palacio subastando varios centenares de botellas de grandes vinos. En mayo del año pasado fueron puestas a la venta en el Hôtel Drouot de París 1.200 botellas de las 12.000 con las que cuenta la presidencia. La idea era también reorientarse hacia caldos más modestos (en el lote había hasta un Petrus de 1990 tasado en 2.200 euros). La bodega presidencial es todo un símbolo en Francia: creada en 1947 bajo la presidencia de Vincent Auriol, la selección de vinos ha ido evolucionando en función de los gustos de los sucesivos inquilinos del Elíseo.

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