Mil millas a vela por los cálidos Mares del Sur
He estado varios días sin escribir en el blog porque he pasado las dos últimas semanas navegando en un 45 pies (un velero de 15 metros de eslora) por los Mares del Sur.
Dicho así suena excitante. Y además… lo es. Los Mares del Sur evocan toda suerte de fascinación viajera, su solo nombre nos transporta a ínsulas de arena dorada, a aguas cálidas y transparentes y a líneas verdes de cocoteros que se funden con el mar. La imagen que siempre hemos creído tener del paraíso, idealizada además por algunos artistas del XIX, como Paul Gauguin, que se retiraron a estas islas del Pacífico en busca de la identidad perdida.
Salí de Pohnpei, la isla-capital de la Federación de Estados de Micronesia, hace 11 días y acabo de regresar al mismo lugar después de haber recorrido unas mil millas náuticas por una de las zonas más remotas del océano Pacífico.
Me han impresionado los atolones. Y eso que ya había estado en muchos otros de la Polinesia; pero no dejan de maravillarme esas extrañas estructuras geológicas, que parecen flotadores de arena y palmeras perdidos en la inmensidad del azul. No levantan ni dos metros sobre la superficie del agua, pero ahí están aguantando ciclones y tempestades. Fue Charles Darwin quien dio la primera pista sobre cómo se podían formar estos extraños anillos: el atolón es en realidad una vieja línea de arrecifes de coral que se creó en torno a un volcán que emergió del fondo del mar. Cuando el volcán se extinguió, se fue poco a poco erosionando y colapsando hasta que desapareció. Y lo que nos quedó fue el anillo coralino que lo rodeaba. Increíble, pero hasta donde sabemos, cierto.
Otra cosa que me ha impresionado: la dureza de los hombres y mujeres del mar. En cada bahía en la que he fondeado (puertos hay pocos por estos andurriales) he encontrado amarrados veleros con gente a bordo cuyas vidas darían para una buena novela. Navegantes solitarios que desafían los océanos en un cascarón de 12 metros, familias con niños que llevan más de 8 años vagando por los mares, parejas que un día decidieron bajarse del mundo e irse a cumplir el sueño de dar la vuelta al mundo a vela, sin prisas.
Cuando te cuentan sus vidas en una noche de ron y cervezas en la cubierta de los barcos abarloados, sabiendo que al día siguiente cada uno seguirá su singladura y no los volverás a ver en la vida, te percatas de que estos sí son auténticos viajeros, gente que disfruta de la soledad, que no busca ni glorias ni recompensas, que no esperan salir en los periódicos y que sin embargo viven la vida que han elegido con una entereza y una convicción que te hacen sentir un alfeñique a su lado.
Por cierto, el Pacífico sería pacífico cuando lo cruzó Magallanes. Porque ahora es un mar tan cabrón como cualquier otro. Hemos tenido noches de tormenta que parecía que iban a partir en dos el barco, lluvias como para acabar con la sequía en el Sahel y rachas de viento que te sacaban por la borda si no habías desayunado bastante ese día. Es parte del encanto de navegar a vela, pero reconozco que para un poco-iniciado como yo, acojona bastante.
El objetivo de la travesía era llegar a un lugar muy especial. Pero eso os lo desvelaré dentro de unos días.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.