Apilar usos, resolver lugares
FOTO: Fernando Alda
El zigurat que da forma a este edificio es un asunto legal: las ordenanzas urbanísticas de la zona obligan a que las nuevas construcciones en el Campus de la Salud de Granada hablen con sus vecinos desde la cautela de un retranqueo lateral. Así, los volúmenes de la sede de la empresa de ingeniería Neuron Bio se escalonan y adquieren el aspecto de construcciones sencillas para juegos muy serios.
Puestos a apilar cajas, el arquitecto Antonio Cayuelas optó, además, por apilar usos: laboratorios, aulas y oficinas quedan encerrados en volúmenes. La suma de estos (el apilamiento) dibuja el edificio. Pero tanta sencillez está lejos de ser un juego de niños. Los volúmenes no son iguales. La actividad que se debe realizar en ellos los define: a veces con doble altura y siempre totalmente accesibles y, además, modificables. Una de las fachadas contiene las comunicaciones verticales (ocultas tras lamas de acero galvanizado plegado) que recorren las nueve plantas del edificio.
Más allá de la luz que deja pasar el retranqueo, un patio central articula los espacios de comunicación y consigue, además de luz, miradas cruzadas entre los distintos niveles del inmueble. Eso hace que todas las zonas de trabajo y laboratorio puedan tener iluminación natural desde, al menos, dos orientaciones. El ascensor y el montacargas dan a ese patio, que también sirve como soporte del tendido de las conducciones principales de las instalaciones verticales, y eso, en un centro como este, incluye conductos para diez fluidos y gases de distinto origen.
Además de con el empleo de luz natural y con el respeto a la intimidad de los vecinos, el inmueble se adelanta a varios futuros, incluida la posibilidad de un terremoto. Fue el “nivel sísmico de la ciudad de Granada”, cuenta el arquitecto, lo que le llevó a erigir potentes pantallas de hormigón junto a los ascensores para resolver problemas de rigidez.
En medio de un orden cartesiano y sencillo, la escalera principal dibuja un recorrido orgánico: conecta todos los niveles con un trazado que se va desplazando desde la medianera oeste hasta el patio para adaptarse a los retranqueos que exige la normativa urbanística.
Toda esa complejidad, resuelta con limpieza, oculta lo primero que deja ver el edificio: el color que juega, además, un doble papel como identificador de los distintos laboratorios y como fachada-imagen de un edificio. Gracias al colorido de las placas de fibrocemento, el inmueble “comunica el optimismo que la investigación necesita en su desarrollo”, cuenta Cayuelas que ha sumado responsabilidad y generosidad a ese optimismo: el retranqueo, las comunicaciones –por las galerías de distribución- la iluminación y el colorido suman intensidad a un inmueble que ofrece –gracias a las luminarias que llevan luz natural- un escaparate de cuanto sucede en su interior sin necesidad de interrumpir la investigación para la que fue construido.
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