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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Debate de vuelo gallináceo

La controversia soberanista se puebla de insultos, improperios y exageraciones que en nada contribuyen a un debate maduro

Marcos Balfagón

Mientras el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, se batían en duelo en el tablero internacional con sendos informes sobre las consecuencias de la independencia de Cataluña a modo de florete, el espacio radioeléctrico catalán acusaba esta semana el enésimo calentón de un debate que tiende con excesiva frecuencia a la desmesura.

Tanto los argumentos y datos contenidos en el informe enviado por García-Margallo a las embajadas como la respuesta del Gobierno catalán resultan casi versallescos al lado de las expresiones vertidas por algunos líderes independentistas en los últimos días en distintos foros y debates.

Especialmente enconada ha sido la reacción a un manifiesto firmado por unos 60 directivos y profesionales de empresas extranjeras ubicadas en Cataluña contra el proceso soberanista. Advertían estos directivos, en un documento bautizado como Declaración de Barcelona, que la independencia de Cataluña sería nefasta para la economía por la inseguridad jurídica que comportaría la salida de la UE y del euro.

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Una de las voces más estridentes en su reacción fue la del diputado en el Congreso por ERC, Joan Tardà, quien en un tuit, dijo: “Es penoso que directivos de empresas alemanas, enriquecidas gracias al nazismo y cómplices de millones de asesinatos, critiquen el nacionalismo catalán”. Ahí queda eso. Tampoco se quedó corta la diputada de la CUP Isabel Vallet: la opinión de los empresarios alemanes “me la trae floja”. Menos mal que luego la diputada reconoció haber respondido de forma “burda”...

Resulta lamentable que el debate público adopte este tono de vuelo gallináceo en un asunto tan grave y tan delicado. Recurrir al insulto, el improperio o a la descalificación del oponente no es la mejor forma de defender las propias posiciones. Y aunque no llega a los extremos citados, tampoco ayudan las exageraciones, como la de decir que la situación en Cataluña pueda evolucionar hacia una tensión como la que vive Ucrania (Francesc Homs) o la de afirmar que al Gobierno catalán no le interesa la recuperación económica para poder sostener su bandera (Cristóbal Montoro).

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