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Es la hora de despertar a Schumacher

Tras un mes en coma, los médicos evalúan el estado de salud del piloto Se le realizan pruebas para ver como reacciona su cerebro a los estímulos

Oriol Puigdemont
Michael Schumacher y su esposa Corinna.
Michael Schumacher y su esposa Corinna.CORDON

En el circuito de Jerez, donde desde el martes y hasta ayer se celebraron las primeras pruebas de pretemporada del Mundial de fórmula 1 de este 2014, la mayoría de equipos y aficionados mantuvieron un ojo fijo en las pantallas de tiempos, y el otro muy al tanto de las noticias que llegaban de Grenoble. Allí, en el Hospital Universitario de la ciudad sigue ingresado Michael Schumacher, 45 años, el mito más grande que ha dado nunca el automovilismo, poseedor de todos los récords relacionados con la F-1, tanto en número de títulos (siete), como victorias (91), podios (155), pole position (68) y vueltas rápidas (77). En el trazado andaluz se le ha rendido homenaje, especialmente Ferrari y Mercedes, sus dos últimas escuderías. Una pizarra lucía en el muro de la marca de Maranello con la inscripción “Forza Schumi”, mientras que el constructor de Stuttgart ha mantenido en su monoplaza la inscripción #Keep Fighting Michael (Sigue Luchando).

El miércoles se cumplió un mes del accidente que Schumacher sufrió el domingo 29 de diciembre mientras esquiaba en la estación de Méribel, en los Alpes franceses, donde posee su residencia de invierno. Aquella mañana, sobre las once, el alemán salió de la zona balizada, perdió el control de los esquíes y se precipitó de cabeza contra una roca. La patrulla de rescate le llevó en helicóptero al hospital de Moutiers, aunque poco rato después fue trasladado al de Grenoble, donde ya entró en coma. Desde entonces las actualizaciones acerca de su estado se han medido en cuentagotas.

El jueves, sin embargo, se produjo un atisbo real de esperanza que irrumpió como un fogonazo en el nubarrón de pesimismo generalizado que lo cubría todo. Sabine Kehm, la que fue su portavoz en toda su trayectoria profesional, dio por buena la información que L'Équipe había publicado el día antes. “Los sedantes administrados a Michael se han reducido desde hace poco para emprender el proceso de despertarle, que podría durar mucho tiempo”, notificó Kehm. Indudablemente, el comunicado es un indicio positivo, aunque nadie vaya a pensar que la batalla por recuperar su vida está ganada. Ni mucho menos. A partir de ahora, se abre un periodo en el que se le irán realizando pruebas para ver qué tipo de estímulos recibe el cerebro y cómo reacciona.

El hermetismo ha rodeado el asunto desde el primer momento. Los doctores ofrecieron un par de comparecencias los primeros días para dar parte de cómo habían ido las dos intervenciones que se le practicaron en la cabeza. Después fue el fiscal de Albertiville, Patrick Quincy, quien detalló qué elementos se manejaban en la investigación. A partir de aquella rueda de prensa, silencio y desmentidos por parte de Kehm, y el deseo de Corinna, mujer de Schumacher, de que la prensa se alejara de la clínica. Llegados a este punto y con los datos que han trascendido es imposible hacer un diagnóstico. No se sabe, por ejemplo, el resultado del test de Glasgow, una prueba que se realiza a las personas que están en coma para concretar qué tipo de lesiones cerebrales persisten.

“La situación actual no tiene nada que ver con la de los primeros días”, comenta por teléfono una voz que atiende a EL PAÍS desde el hospital en el que se encuentra Schumi. “La cosa se descontroló hasta tal punto que complicaba la actividad normal del centro. Había muchos miembros de seguridad que ahora han desaparecido, solo quedan dos o tres que van paseando y de vez en cuando te piden el carné de prensa”, añade esta persona.

Durante los primeros días, la familia Schumacher permaneció al lado del paciente. Ahora, hacen turnos y Corinna va y vuelve en coche desde su finca en Gland (Suiza), que se encuentra a menos de dos horas por carretera.

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