Navidades sin blanca
Me lo pueden explicar las veces que quieran, no lo entenderé. Siempre he creído que entre todos formábamos un Estado que construía carreteras, escuelas y hospitales. Un Estado que cuidaría de los mayores cuando ya no pudieran cuidarse ellos. Un Estado que no permitiría que ningún ciudadano pasara hambre ni frío.
Cómo poder digerir tanta miseria y tanta escasez a nuestro alrededor. Pero qué broma de Navidades es esa que se le presenta a miles y miles de desheredados. ¿Pero es tan complicado que el Estado proteja a esta pobre gente? ¿Es tan complicado que el Estado les proporcione, al menos, comida y calefacción?
Desde aquí se lo recuerdo, señores políticos: “lo peor del hambre es el frío”.— Manrique Cos Tejada.
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