Ortega Cano, a la cárcel dos años y medio
La Audiencia de Sevilla estima el recurso presentado por los familiares del fallecido Carlos Parra Le condena en sentencia firme por un delito de homicidio por imprudencia grave y otro contra la seguridad vial por conducir ebrio
No corren buenos tiempos para José Ortega Cano. Este viernes, la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla ha confirmado la condena de dos años, seis meses y un día de cárcel impuesta al extorero, que este mes cumple 60 años, por un delito de homicidio por imprudencia grave por conducción temeraria, en relación con el accidente ocurrido el 28 de mayo de 2011 en el que falleció Carlos Parra. Además, le ha imputado también un delito contra la seguridad vial por conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas, del que había sido absuelto por el Juzgado de lo Penal número 6. Entrará en la cárcel, según fuentes judiciales, en los próximos días. El torero, además, deberá pagar una indemnización de alrededor de 180.000 euros a los familiares del fallecido. La sentencia de la Audiencia es firme, solo cabría un recurso ante el Constitucional.
Ortega Cano siempre ha negado que hubiera bebido esa noche y sus abogados han intentado desde entonces invalidar las pruebas, alegando deficiencias en la extracción de sangre y su custodia. Pero el fallo dice que a juicio de "este Tribunal, no hay razón alguna para dudar de que la muestra de sangre analizada fue justamente la que le fue extraída al acusado poco después de acaecido el accidente y, en este extremo, discrepamos de los de la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal al no compartir los razonamientos jurídicos que le han llevado a una distinta conclusión, que ahora procede modificar".
En la sentencia, notificada este viernes, la Sección Primera confirma el fallo del Juzgado de lo Penal número 6 de Sevilla, que condenó al exmatador de toros a dos años y medio de prisión pero únicamente por un delito de homicidio por imprudencia grave y un delito contra la seguridad vial por conducción temeraria, así como a tres años y medio de privación del derecho de conducir vehículos a motor y ciclomotores. Pero además la Audiencia le condena por otro delito contra la seguridad vial en su modalidad de conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas, del que la juez Sagrario Romero lo absolvió en primera instancia por considerar que se había roto la cadena de custodia de la sangre extraída y analizada por el Instituto Nacional de Toxicología, cuyo análisis arrojó un resultado de 1,26 gramos de alcohol por litro en sangre.
Tanto la Fiscalía como la acusación particular ejercida por la familia de la víctima recurrieron la sentencia de la juez de lo Penal y pidieron elevar la pena a cuatro años de cárcel, mientras que la defensa del acusado solicitó su libre absolución.
La noche del accidente
Los hechos juzgados ocurrieron a las diez de la noche del 28 de mayo de 2011, cuando José Ortega Cano circulaba por el kilómetro 28,1 de la A-8002 con dirección a su finca Yerbabuena, en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla). Acababa de dejar a su hija Gloria Camila en casa de unos amigos. Iba solo en su potente Mercedes todoterreno cuando de repente perdió el control del vehículo, invadió durante 60 metros el carril contrario, y colisionó de frente con un coche que conducía Carlos Parra, un camarero que se desplazaba a su trabajo. El impacto fue terrible, Parra falleció al instante por traumatismo torácico severo con rotura cardíaca y el torero resultó gravemente herido.
Ortega Cano permaneció muchas semanas entre la vida y la muerte desde aquel día. Sus idas y venidas al quirófano fueron constantes. Pero de todo ello se enteró tiempo después, así como del destino de Carlos Parra, que a los 38 años perdió la vida dejando una viuda y dos hijos, que desde ese día reclaman justicia.
Tanto el entorno de Parra como vecinos de pueblos cercanos a Castilblanco siempre sostuvieron que el accidente estuvo provocado por una ingesta de alcohol del torero. En esos días se produjeron declaraciones de personas que aseguraron haber visto a Ortega Cano bebiendo en varios bares, incluso algunos precisaron que en su copa había champán.
Entonces se inició una minuciosa investigación que determinó, como figura en el sumario, que el test de alcoholemia que se le realizó al torero arrojó 1,26 gramos de alcohol por litro de sangre, casi el triple de lo autorizado. La defensa pretendió invalidar esta prueba argumentando que no se siguió el protocolo indicado para la recogida de muestras. Los abogados del torero también aportaron al juicio sus propios peritos para combatir el informe de la Guardia Civil que asegura que el todoterreno del torero circulaba a 125 kilómetros por hora en un tramo limitado a 90, y el coche contrario, a 51 kilómetros por hora.
Ortega Cano siempre ha negado haber ingerido alcohol esa noche, pero pocos le creen. Él mismo confesó en un programa de televisión anterior al accidente tener problemas con la bebida a consecuencia de la tristeza que le invadió tras la muerte de Rocío Jurado.
Desde ese 28 de mayo de 2011, Ortega Cano huye como puede de su destino. Por el camino han salido a la luz sus problemas económicos, su difícil adaptación a la vida lejos de los ruedos, las peleas con sus familiares, la venta de su finca la Yerbabuena y los problemas con su hijo mayor, José Fernando. El joven, de 20 años, lleva un mes en la cárcel acusado de pertenencia a grupo criminal, robo con violencia, robo y uso de vehículo a motor y daños. La juez ha denegado su libertad bajo fianza. En las próximas horas los abogados del joven presentarán un nuevo recurso.
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