Los Knicks repudian a Woody Allen
Prohíben el paso al cineasta a la zona VIP del estadio del equipo de baloncesto por las críticas al dueño
Pocas figuras del cine están relacionados con una ciudad como Woody Allen. Y eso pese a que la crítica señala que las mejores películas más recientes no están hechas en Nueva York. Solo hay que fijarse en los títulos. Es como si el director de Midnight Paris y Vicky Cristina Barcelona se sintiera más querido lejos de casa. Pese a ello, Nueva York es y será siempre su ciudad.
También es conocido que, como Spike Lee, Allen es uno de los más fervientes seguidores del equipo de los Knicks. Pero como sucede con cualquier fan del equipo de Carmelo Anthony, hay algo que hace que esa relación sentimental con la franquicia se vuelva tensa, muy tensa. En el caso de Woody Allen, es sonado que no le gusta nada como lo hace James Dolan, el propietario.
Hace unos días transcendía que Dolan ha prohibido a Allen el acceso a la zona VIP del Madison Square Garden, después de que el propio director se negara a hacer promociones para el equipo. El empresario se habría hecho con los derechos para emitir algunas de sus películas en su canal MSG y quería que el director hablara de ellas antes de que llegaran a los receptores del cable.
Sin perder las formas, Allen respondió a los gestores del Garden que no se sentía cómodo y utilizó como argumento que nunca hizo este tipo de promociones con otros canales. Negativa a la que, según The New York Post, siguió una llamada en la que le sugerían que si no podía aparecer en la televisión por ellos, entonces no tendría porque visitar el restaurante donde las celebridades para tomar unas cervezas a mitad del partido.
Woody, sin pensárselo dos veces, les dijo que le parecía bien y les agradeció por todo el tiempo que “disfrutó” de invitado la Suite 200, la zona reservada para la gente importante que va a ver los Knicks. Era como si el vaso rebosara de golpe, porque sin llegar a negar el veto, en el Garden si recuerdan que Allen nunca hizo algo por el equipo o la fundación Garden of Dreams.
No pasa lo mismo con Spike Lee, que trabajó con el MSG en la producción de documentales sobre los Knicks y que el pasado verano acudió, con chaqueta y corbata, al consejo de la ciudad de Nueva York para defender que el Madison Square Garden se quede donde está; sobre la Penn Station. A su espalda estaban Walt Frazier, Earl Monroe y John Starks, apoyándole.
Woody Allen lleva cuatro décadas pagando por las entradas para asistir a los partidos de los Knicks. Frazier y Monroe son, precisamente, sus jugadores preferidos. Pero el director trata ahora la franquicia como si no existiera. Como la mayoría de los neoyorquinos que siguen el equipo, lleva 30 temporadas en la primera línea de la cancha esperando a que hagan algo.
Así que la supuesta prohibición impuesta al cuatro veces galardonado con el Oscar suena a vendetta del propietario de la formación y da algo más de qué hablar en los mismos bares en los que hace dos años los fans volvieron a soñar cuando un tal Jerry Lin trajo a la memoria los días de gloria. Quién sabe si este altercando le servirá a Allen de inspiración para otra película.
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