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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ciertamente son unos ‘salauds’

Los firmantes del manifiesto a favor de la prostitución en Francia juegan a la ligera con la vida de miles de mujeres

Soledad Gallego-Díaz

“Algunos de nosotros han ido, van o irán de putas… y ni siquiera se avergüenzan”. Los 343 salauds que firman el manifiesto a favor de la prostitución que se publica esta semana en Francia quizá no quieran avergonzarse de haber comprado sexo, pero es muy posible que debieran hacerlo por ser unos provocadores tan tontos y jugar con tanta ligereza con temas que afectan a la vida y muerte, y a la libertad, de decenas de miles de mujeres en todo el mundo.

Los firmantes del manifiesto dan por supuesto que las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen libremente, bien sea ejerciendo un trabajo remunerado como cualquier otro, bien por puro gusto y placer. Pero la realidad es bien diferente. Dado que son intelectuales, no les habría costado mucho esfuerzo buscar documentación, algunos de los millones de datos y estudios que existen sobre el tráfico que se lleva a cabo en Europa con decenas de miles de mujeres pobres que son objeto de una brutal explotación sexual. Y dado que son franceses, les habría bastado con prestar un poco de atención al gran Victor Hugo, porque fue él uno de los primeros en denunciar la esclavitud a la que observó que se sometía a las prostitutas, tratadas como ganado que se transportaba de provincia en provincia y de burdel en burdel. Fue Hugo quien, hace más de un siglo, se asombró de que los mismos hombres que rechazaban la esclavitud pudieran permanecer impasibles ante el destino cruel de tantas mujeres.

“Nos negamos a que unos diputados decreten normas sobre nuestros deseos y placeres”, proclama el manifiesto. ¡Valiente bobada! Como si los diputados de todo el mundo no llevaran años, siglos, decretando normas sobre deseos y placeres del común de los ciudadanos. ¿Acaso no proporcionan placer las tan prohibidas drogas? ¿Acaso no expresa sus deseos un pederasta?

Por mucho que los salauds encuentren graciosa su ocurrencia, la realidad de la prostitución no es simpática. Es posible que en Francia, como en todas partes, existan mujeres que ejerzan la prostitución voluntariamente. Seguro que hay alguna Pretty Woman o Tristana. Pero las prostitutas que se parecen a Julia Roberts o a Catherine Deneuve no son muy abundantes y existen infinidad de estudios que demuestran que ni el 10% de las prostitutas que ejercen en Europa lo hacen con completa libertad. La inmensa mayoría proceden de África, de América Latina y de Europa del Este, y están controladas por proxenetas y redes mafiosas, que las someten a un régimen de esclavitud. ¿No tienen ojos los salauds o es que no se han molestado en averiguar cuál era la situación de las mujeres a las que pagaron por sexo? ¿O acaso solo acuden a burdeles de alto standing con putas universitarias? Cuando exigen que “no se toque a su puta”, ¿se refieren a esas insólitas mujeres que se mueren por sus encantos o a las que satisfacen los encantos de 20 o 30 hombres en la misma jornada, duermen unas horas y vuelven a empezar?

No hace falta indagar mucho para saber cuál es el problema con la prostitución. En China, 100.000 niñas son secuestradas o vendidas al año para recluirlas en burdeles (La mitad del cielo, de Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn). En España, el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución no son españolas: de las 19.027 que contabilizó hace algunos años la Guardia Civil en 1.070 moteles de carretera, solo 374 eran españolas. El resto, 18.655, procedía de Europa Oriental (34%), América Latina (58,5%) y África (7%). Prácticamente ninguna tenía permiso de trabajo.

Cada año, la policía española libera a más de 3.000 prostitutas, en su mayoría africanas y de la antigua Europa del Este, controladas por redes mafiosas, una cifra que los propios agentes consideran mínima respecto al volumen total de víctimas. Hace muy pocos días se supo del suicidio de Adriana, una joven rumana de 24 años que se tiró desde un puente en Cataluña, incapaz de soportar más la explotación a la que estaba sometida. Obviamente, España no es un caso especial. Informes de la ONU aseguran que Francia es un destino igualmente apreciado por esas redes internacionales.

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