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El interés de Madonna por el Corán, ¿fe o estrategia comercial?

La fascinación de la estrella ya conocida por la Cábala -la rama más mística del judaísmo- se amplía con su interés por la religión musulmana, por la cultura y la estética árabe

Madonna, en una imagen del 17 de octubre de 2013.
Madonna, en una imagen del 17 de octubre de 2013.CORDON PRESS

Madonna ha encontrado la inspiración en Oriente Próximo. La fascinación, ya conocida, que desde los años 90 ejercía sobre ella la Cábala -la rama más mística del Judaísmo-, se amplía con su interés por la religión musulmana, por la cultura y la estética árabe. Israel ya estaba en su mapa de ruta. Ahora también lo está Palestina. Su último doble gesto con ambos territorios ha sido el estreno de su nueva aventura cinematográfica, el corto Art for freedom, en Tel Aviv y en Jericó. De fondo, su anuncio de que está empezando a estudiar el Corán, que ha enfebrecido a sus fans de la zona y ha levantado rumores sobre su posible conversión al islam.

La capital israelí es un clásico ya en sus tours, donde comenzó por ejemplo su gira mundial en año pasado, pero Jericó, en Cisjordania, supone una novedad, “generosa” y “comprometida” a juicio de sus aficionados. “¡Esto es muy emocionante!”, constataba la cantante en su cuenta de Instagram, en la que dejaba un plano para asistir al evento. Los 17 minutos de cinta, de una Madonna que lucha por la libertad de expresión, son insólitos en una tierra con pocas alternativas culturales. En Tel Aviv la convocatoria reunió a cerca de 6.000 personas.

A primeros de mes, la reina del pop dedicó un amplio espacio en una entrevista a la CNN para recomendar la película palestina Omar, del director Hany Abu Assad (Paradise Now), una historia de amores y lealtades con la ocupación como marco. “Es brillante”, dijo la también actriz, ya que es el ejemplo de por qué hay que “sacar a los niños de los conflictos” y educarlos en la paz. Madonna lleva años, desde 2008, impulsando la construcción de escuelas en entornos empobrecidos o sacudidos por la guerra como Malawi y ahora, especialmente, se vuelca en países musulmanes como Pakistán y Afganistán.

Ese interés por estas naciones es el que le ha llevado al Corán, explica en una reciente entrevista a la revista Harper´s Bazaar. “Creo que es muy importante estudiar todos los textos sagrados”, dice la que un día fuera católica practicante en la línea de su familia italiana, los Ciccone. “Un buen musulmán es un buen judío, un buen judío es un buen cristiano…”, añade citando a un amigo.

Imagen de la cuenta de Instagram de Madonna, con el pie "La revolución del amor está en marcha... Inshallah".
Imagen de la cuenta de Instagram de Madonna, con el pie "La revolución del amor está en marcha... Inshallah".

Hay quien ve en su repentino interés por el Corán una estrategia comercial –hay 1.500 millones de fieles aguardando- o un reclamo para la prensa, pero Madonna trata el tema por ahora desde el respeto, como una toma de conocimiento, de enseñanza y tolerancia. Un mensaje “muy atrevido”, que lanza en el mismo ejemplar en el que luce, de nuevo, provocadora, simulando escenas sadomasoquistas que habrán encendido a los rigoristas de las tres religiones del Libro.

La explicación al acercamiento de Madonna al islam, más allá de su curiosidad, estaría, según la prensa estadounidense, en su nueva pareja, el bailarín francés Brahim Zaibat, al que dobla la edad y que es un musulmán convencido. Con él ha visitado las mezquitas Azul y de Santa Sofía en Estambul (Turquía). Eso no ha alejado las críticas de los que creen que padece una “esquizofrenia religiosa” y no acaba de saber “qué le importa en la vida”, comentarios hechos en la prensa palestina por diversos líderes religiosos. Tampoco algunos altos rabinos toleraron nunca su entrega a la Cábala, que entendían como un “uso” de sus símbolos, como la comentada pulsera roja, para beneficio comercial. “Soy una gran creyente de los comportamientos rituales, pero no muy fan de las normas”, sostiene la material girl en la misma entrevista.

En las redes sociales mezcla el anuncio de la bar mitzva de su hijo Rocco –la ceremonia judía que constata la madurez de los niños, personal y con su comunidad, a los 13 años- con fotos en las que luce una especie de niqab musulmán hecho de anillos metálicos. “La revolución del amor está en marcha… Inshallah (Ala quiera) #secretprojectrevolution”, era el pie de la polémica imagen, que le granjeó severas críticas. Madonna defendió la imagen como un reconocimiento a la cultura oriental y un llamamiento contra la opresión de la mujer. “A quien lo le guste, que me deje de seguir. Así de fácil”, decía en Instagram, donde tampoco faltan imágenes de iglesias cristianas: “Arte! Historia! Espiritualidad”, escribe.

Parece que esos tres motores son los que la mueven en su acercamiento a las principales religiones del planeta, tras un coqueteo breve con el budismo. No ha habido conversión alguna que se conozca en la intérprete que hacía llorar a los santos en Like a prayer. “Sólo Dios sabe lo que hay en el corazón de Madonna”, dice un comentarista en Harper´s. Qué Dios, es otra historia.

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