¿Dónde están las expertas en Siria?
Desde que estalló la guerra en Siria hace más de dos años, la presencia de reporteras internacionales sobre el terreno ha sido constante. Son legión las periodistas que han atravesado las fronteras sirias de la mano de grupos insurgentes y mediadores para contar desde un frente movedizo y peligrosísimo una guerra en la que han muerto ya más de 100.000 personas.
Reporteras jóvenes y veteranas han escrito y televisado excelentes piezas de periodismo. Han retratado el espanto cotidiano de la guerra y han dado fe de los avances y retrocesos de los rebeldes y el Ejército de esta guerra-acordeón. La lista de autoras es muy larga.
Desde Marie Colvin, la reportera del Sunday Times que murió bombardeada en Homs el año pasado, pasando por Zeina Khodr, de Al Yazira en inglés, Rania Abouzeid, colaboradora del New Yorker o Jenan Moussa de Al Aan TV, por citar algunas. La colaboradora de este diario en Beirut Laura J. Varo cruzó desde Líbano y se empotró en las filas insurgentes. Muchas lo hacen en condiciones lamentables. Como el resto de sus compañeros freelance van a buscarse la vida periodística nada más y nada menos que a la guerra. A vender historias en las que se juegan la vida por lo que cuesta una entrada al cine y unas cañas. A veces ni eso. Lo contó con desgarrador acierto Francesca Borri, una freelance italiana en el Columbia Journalism Review.
La reflexión que enciende estos días la Red es sin embargo otra. No se centra tanto en las condiciones laborales como en porqué si hay tantas mujeres que conocen bien el terreno y de primera mano a Gobierno, insurgentes, por qué son casi exclusivamente hombres lo que opinan y sientan cátedra sobre el presente y futuro del conflicto sirio.
En los think tanks y en los sesudos artículos que publica la prensa son a menudo nombres de hombres los que figuran. La mayoría de ellos desconoce la realidad sobre el terreno y tira de información de tercera y cuarta mano. A las mujeres se les niega de facto la capacidad de analizar, de entender y de manejarse en el lenguaje de la geoestrategia y la política global; una actividad que goza de enorme prestigio e importantes retribuciones económicas.
Se preguntaba acerca del por qué de esta desigualdad hace poco Sheera Frenkel, reportera y gran conocedora de los entresijos de la zona que ahora trabaja para Buzzfeed. En un artículo titulado "Las mujeres están cubriendo como nadie la guerra siria. ¿Por qué no lo has notado?", Frenkel argumentaba que las reporteras de guerra suelen ocupar puestos de trabajo más precarios en los diarios o televisiones y que por lo tanto los medios tienden a destacar menos sus artículos y sus firmas. Sostenía también que las periodistas son peores relaciones públicas de sí mismas que sus colegas hombres. Daba datos por ejemplo de que las reporteras se autopresentan a muchísimos menos premios periodísticos que los reporteros. El texto de Frenkel respondía a una tribuna que publicó The Guardian y en la que Jill Filipovic hizo el recuento durante cierto periodo de tiempo de las contribuciones de mujeres en columnas de opinión sobre Siria en el New York Times y el Washington Post. El resultado: 80 a 20. Parte de la veintena de los textos de mujeres estaban además cofirmados por hombres.
A la oleada de reflexiones en la Red, preguntándose por la ausencia de voces femeninas en el análisis de Oriente Próximo se ha sumado esta semana Rachel Shabi, comentarista y autora de un excelente libro sobre los judíos de origen árabe "Judíos israelíes de tierras árabes. No son el enemigo". En un análisis titulado ¿Por qué el debate mediático sobre Siria está dominado por hombres?, Shabi desgrana los sutiles mecanismos que animan a los editores a favorecer la presencia de reporteros frente a las reporteras. Entre ellos que la guerra y la diplomacia son asuntos de los que el acceso a las mujeres ha estado practicamente vedado y que como en otros muchos campos, el juicio al que se somete a las opinadoras es más estricto que el de los candidatos a opinar.
El artículo de Shabi ha dado pie a comentarios en los que se atribuye a las mujeres la responsabilidad de adquirir mayor presencia en las páginas de opinión. Las mujeres no hacen el esfuerzo suficiente por promocionarse, venían a decir. Shabi, buena conocedora de las redacciones de medio mundo respondió con sorna en su muro de Facebook. "Ah. Va ser por eso".
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