Siria, ta’a kol yom
"Ta’a kol yom: expresión siria muy utilizada para invitar a la gente a casa", porInés Royo Aspa.
A los veinticinco me fui a vivir a Damasco. Estaba en París y en el Centro Cultural Sirio me hablaron de una señora que alquilaba habitaciones en Bab Tuma, el barrio cristiano de la capital. Le escribí y recuerdo impaciente la llegada de su carta manuscrita en un francés impecable. Todavía la atesoro y han pasado casi 15 años. Fue una decisión que daría un giro radical a mi vida. Había terminado los estudios de traductora y quería profundizar en el conocimiento del árabe. El dialecto sirio era de los más bellos y cercanos al árabe clásico, el que nos enseñaban en la universidad. Apenas me hacía entender y recuerdo las horas sentada en medio de conversaciones cotidianas observando gestos, risas y miradas, resiguiendo el movimiento de las comisuras de los labios anhelando comprender lo que decían. De pronto conseguía desenmarañar una palabra, después media frase, deleitándome en ese juego de adivinar, sobreentender, deducir, inmersa en ese baño diario de cultura y costumbres en el que me instalé en la antigua calle Al-‘Azariya.
Ahora revivo las imágenes del río seco Barada, del oasis desaparecido de Ghuta, la vista panorámica desde Mohaggirin y el monte Kasiun, el ajetreo del Souq Al-Hamidiya, las esperas en Baramke (punto de encuentro ineludible de extranjeros donde renovar visados), Geser El-Rais, el camino hacia Mezzeh (universidades e institutos), las visitas a Tadamon y Mokhayyam cuando íbamos a ver a nuestros amigos palestinos y un largo etcétera de lugares queridos y frecuentados. Ash-Sham*, la ciudad más antigua continuamente habitada, cruce de civilizaciones, mosaico de pueblos de diversas culturas, lenguas y religiones, todo ello configuró su vasta riqueza, su complejidad y su presente. Alepo, Tartus, Lattakia, Homs, Hama, Hab Nemra, Ma’alula, Al-Qunaytrah, Bosra, Tadmur (Palmira), Der Ez-Zor…
No es posible arrebatarle a un pueblo su esencia, su legado y su historia. Me sentí muy cercana a su forma de vida, aceptada, y sí, con la dicotomía y las contradicciones de saber que el sistema político era un régimen autoritario, odiado por muchos y que mantenía al país encerrado en sí mismo, oprimiendo a su gente. Pero la gente era para mí lo más importante. ¡Aprendí tanto de ella! Un día como tantos, de regreso a casa en el service colectivo, me puse a hablar con una mujer y su hija y terminé comiendo en su casa, compartiendo un pescado delicioso, el único manjar del día. No sabría cómo agradecerles su curiosidad, calor y compañía. Fue para mí una escuela de principios y valores. Descubrí la amistad profunda, el formar parte de una segunda familia. Porque Siria es así, te acoge, te abraza y te mima.
La historia se repite. En 1258 y 1260, Bagdad y Damasco, respectivamente, fueron arrasadas literalmente por los mongoles. Bagdad era la capital y el centro del Imperio islámico. Fue un genocidio humano y cultural. El Tigris y el Éufrates se tiñeron de negro y rojo, con la tinta de los libros que se arrojaron a su cauce y la sangre de sus muertos. Tampoco Damasco y Alepo se recuperarían del todo.
Hoy la comunidad internacional ha fracasado nuevamente. El conflicto dura ya más de dos años y las cifras de víctimas y refugiados aumentan cada día. Sabemos lo que le ha ocurrido a Iraq. En 2002, en un viaje antes del inicio de la guerra, de denuncia del embargo, el mensaje que nos transmitían era: contad lo que veis, lo que nos están haciendo, no nos olvidéis. Eso tan sencillo les daba fuerza y valor para continuar.
Ante la parálisis de la política y de los gobiernos nos toca a las personas individuales y a la sociedad civil organizada exigir soluciones distintas y nuevas vías de salida para esta guerra civil cruenta. Por ello, debemos rechazar la amenaza de una intervención militar, exigir el libre acceso a las ONGs de ayuda humanitaria que asisten a la población y que se reanuden las conversaciones de Ginebra con la participación de todas las partes implicadas, para que a continuación se emprenda un proceso de desarme, reconciliación y reconstrucción para Siria. No nos quedemos de brazos cruzados. Porque todos y todas venimos de Siria.
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