Sí, puedes influir en las grandes empresas
Por Julia Serramitjana, de Intermón Oxfam
Me encanta el chocolate y uno de los que más me gusta es el “Kit Kat”. Llevo años consumiéndolo y me gustaría poder seguir haciéndolo.
Intento ser coherente a la hora de consumir y me interesa saber de dónde procede lo que compro. Por eso, cuando supe a través de la campaña de Oxfam “Tras la marca” que Nestlé, la empresa que lo produce, no contaba con políticas de género que garantizaran que las mujeres que trabajan en su cadena de suministro reciban un salario digno, decidí actuar.
Es muy sencillo. Una herramienta interactiva permite averiguar la puntuación de cada una de las marcas en aspectos como:
protección del medio ambiente
gestión del agua
transparencia en las cadenas de suministro
Oxfam, a través de esta campaña, evalúa el impacto social y medioambiental de las 10 grandes empresas de alimentación y bebidas en el sistema alimentario mundial.Me encanta el chocolate de Nestlé pero no tolero la injusticia. Firmé su petición y difundí el mensaje en Twitter y Facebook. Las marcas son tan conocidas que muchos de mis amigos también lo hicieron. A día de hoy, más de 120,000 personas en todo el mundo han pedido a sus marcas favoritas que cambien la forma en que actúan.
Me sigue gustando comer Kit Kat y creo que Nestlé puede seguir cambiando. Creo en el poder que tenemos como consumidores de generar cambios positivos que contribuyan a que el mundo sea un lugar más justo. Y también que, como ciudadanos activos y conscientes, podemos ser los principales motores de ese cambio.
Una alternativa al boicot
Recientemente, y gracias a la presión de consumidores e inversores, algunas de estas compañías han introducido cambios en la forma en que funcionan. Por ejemplo, Nestlé ha adquirido un compromiso para apoyar a las mujeres que trabajan en sus cadenas de suministro.
Unilever, otro de los gigantes de la industria de la alimentación se ha comprometido a realizar evaluaciones de impacto sobre el abastecimiento de materias primas en el que las mujeres desempeñen un papel clave.
Entonces, ¿hace falta boicotear una gran compañía para que cambie la forma en que actúa y dejar de consumir sus productos? Quizás no sea la única opción. Los cambios que han introducido estas empresas demuestran que tienen en cuenta mi opinión y la de sus consumidores. Y que las cosas pueden cambiar.
Pero a pesar de las mejoras aún queda por hacer: estas grandes empresas tienen que hacer mucho más para garantizar un sistema alimentario justo para todo el mundo. ¿Seguimos presionándoles?
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