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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irán se mueve

Los gestos conciliadores de Rohaní sugieren una actitud más flexible sobre el contencioso nuclear

En los últimos días se han sucedido gestos por parte de Irán suficientemente inusuales y significativos como para sugerir una actitud más flexible y abierta por parte de uno de los regímenes más doctrinarios del mundo. De esa ofensiva de encanto emprendida por el nuevo presidente Hasan Rohaní como anticipo de su viaje la semana entrante a la asamblea general de la ONU forman parte la liberación de 11 prominentes presos políticos (quedan centenares en prisión) y su promesa, en una televisión estadounidense, de que Irán no construirá armas nucleares. Rohaní la ha aderezado con la afirmación de que él tiene el poder y la autoridad (no solo el supremo Jamenei) para negociar con Occidente sobre el crucial contencioso empantanado desde hace una década.

La retórica de Teherán ha bajado de tono a raíz de la inesperada elección del pragmático Rohaní en junio, propiciada en buena medida por el profundo impacto económico de las sanciones internacionales contra el régimen teocrático por su avanzado programa de enriquecimiento de uranio. Los recientes signos conciliadores iraníes apuntan a que Teherán busca por fin abrir el diálogo con Estados Unidos sobre un enfrentamiento con implicaciones planetarias. Rohaní, que ha escrito a Barack Obama en tono mesurado, ha descrito la respuesta del presidente estadounidense como “positiva y constructiva”, algo impensable bajo su predecesor, el flamígero Ahmadineyad.

Pronto se verá si estos alentadores movimientos por parte de un régimen caracterizado hasta ahora por un radical desafío a sus interlocutores occidentales anticipan algo más que un histórico apretón de manos entre Obama y Rohaní la semana próxima en Nueva York. El tema de fondo, de importancia difícil de exagerar, es si Teherán y Washington están dispuestos por fin a una negociación directa, toda vez que la posesión del arma nuclear por Irán es considerada casus belli tanto por Washington como por su aliado Israel.

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Lo que está en juego es lo suficientemente importante como para que no se desaproveche la menor oportunidad de abrir cauces al entendimiento, por angostos que sean. Una de las lecciones que Obama debería extraer de sus muchos errores a propósito de Siria es la necesidad de hablar con su antagonista. En Irán, los acontecimientos parecen favorecer una oportunidad sin precedentes para pasar del intercambio epistolar al cara a cara.

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