¿Son de fiar las guías de viaje?
El señor X, un compañero del periódico que acaba de volver de un viaje por Indonesia, me ha regañado porque la guía nuevecita del Sureste Asiático que le habíamos dejamos en El Viajero estaba "caducada", como los yogures.
Y cita como ejemplo la página donde se lee: “En las islas Gili no hay cajeros automáticos (…) Es mejor que el viajero lleve consigo abundantes rupias, las suficientes por lo menos para pasar unos días”. Según él, siguió el consejo y perdió casi un día buscando cambio para darse de bruces, nada más desembarcar en Gili, con cuatro o cinco cajeros.
También se queja (el muy tiquismiquis) de que los hoteles para trotamundos que recomendaba la guía estaban llenos. “En cambio en los hoteles de cinco estrellas que no salen en la guía no había nadie, y las habitaciones solo costaban 40 euros; lo malo es que luego te acostumbras al lujo”.
Como el señor X, algunos viajeros empiezan a tener dudas sobre la fiabilidad y objetividad de esos cicerones de papel a los que confían la organización de su viaje.
¿Cómo saber si te puedes fiar de tu guía?
1.- Por encima de todo, debe tener datos frescos y precisos: ese restaurante tan estupendo que recomiendan puede haber cerrado o convertido en una lavandería. O sus deliciosos menús haber degenerado hasta volverse intragables. Y los precios ya no valen.
El comprar una guía que acaba de publicarse no garantiza que esté actualizada. Puede ocurrir que sea una traducción de ediciones anteriores en inglés o francés. Por eso hay que mirar siempre si la fecha de edición de la versión original y la edición en castellano coinciden: puede haber varios años de diferencia entre una y otra.
2.- Una mirada alejada del tópico: todo el mundo sabe cómo dar con la torre Eiffel en París o el Coliseo en Roma, pero pocos dónde se come la mejor pizza de Nápoles.
3.- Una buena edición y un formato manejable, para no ir por la calle con pinta de guiri despistado. Un truco radical para no ir cargado si la guía es voluminosa: arrancar las páginas que se necesiten en cada jornada.
A partir de ahí, ya es cuestión de gustos. Cada colección de guías tiene su estilo y su público; mientras que la Guía Verde Michelin de Grecia dice de Atenas que "la armonía del lugar y el resplandor de su luz -lamentablemente tamizada por la frecuente contaminación del aire-, la belleza de sus monumentos antiguos y la riqueza de sus museos hacen de ella lugar predilecto del visitante deseoso de encontrar las fuentes de la civilización occidental", la de Lonely Planet describe la capital griega como "una vasta extensión de cemento que ha caído inexorablemente bajo la maldición de la época actual: la contaminación".
Hay viajeros ávidos de datos culturales --que encontrarán en las series de guías de Insight (publicadas en español por Océano), Acento o Guías Verde Michelin, por ejemplo--, mientras otros buscan, por encima de todo, información práctica para comer y dormir bien y por poco dinero en colecciones como Rough Guides, Lonely Planet, Moon y Footprint. En un término medio, con datos prácticos y culturales a partes iguales, están guías como las Guías Visuales de El País-Aguilar, las Fodor's o las Guías Totales de Anaya Touring.
Lonely Planet está a la cabeza de las publicaciones para trotamundos, pero muchos viajeros coinciden en que los libros de Footprint(su South American Handbook es un clásico), los de Moon y las Rough Guides son superiores para algunos destinos. La prueba del algodón: ¿qué guía es mejor para viajar a la India, la de Rough o la de Lonely Planet? Ambas son muy buenas y se actualizan (en su versión inglesa) cada año, pero mientras que unos prefieren el estilo más esquemático de Lonely Planet, a otros éste les parece demasiado seco. "Antigua capital de los Bundelas, Orchha (lugar oculto) es hoy sólo una aldea entre un maravilloso complejo de palacios y templos bien conservados a orillas del río Betwa", se puede leer en la de Lonely Planet; Rough Guide: "La ciudad de templos shikharas salpicados de guano, palacios derruidos, havelis y cenotafios de piedra arenisca casi ocultada por la maleza se extiende olvidada a orillas del tranquilo río Betwa, morada de tropas de langures de rostro oscuro, buitres y bandadas de periquitos con plumaje verde brillante". Como decía, cuestión de gustos.
La diseñadora sueca Magda Lippa ha creado una guía que vale para cualquier país, para cualquier viajero y que no caduca. Se llama Anywhere. A Travel Guide (Cualquier lugar. Una guía de viajes), un libro que contiene un juego de 200 cartas (en las fotos que acompañan esta entrada se pueden ver algunas de ellas) que se eligen al azar con recomendaciones como: "Sigue el mapa", “Pide a alguien que intercambie algo contigo”, “Pregunta a un extraño cuál es su calle favorita y ve hasta allí”, "Busca un lugar que te guste. Llama a una persona a quien eches de menos y descríbeselo", cosas así. También existe una aplicación para móviles.
La independencia de los autores de las guías, y por extensión de todos quienes escribimos sobre viajes, es otro asunto que preocupa. Hasta la mítica Lonely Planet, la editorial fundada por Maureen y Tony Wheeler a comienzos de la década de los setenta con Across Asia on the Cheap (Por Asia con poco dinero), una edición artesanal de 1.500 ejemplares de la que nació un gigante editorial con más de 700 títulos, vio en 2008 tocada su credibilidad (para muchos trotamundos es como la Biblia) por culpa del australiano Thomas Kohnstamm, uno de sus colaboradores.
En un libro titulado ¿Van los periodistas de viaje al infierno?, publicado en 2008, Kohnstamm contó que en sus viajes para la editorial solía identificarse como redactor de Lonely Planet para comer y dormir gratis a cambio de citas favorables en las guías; en una ocasión incluso tuvo una aventura sexual con la camarera de un restaurante. También confesó haber escrito la parte que le tocaba de la guía de Colombia sin haber puesto un pie en el país, alegando que el pagaban fatal y no le ofrecían apoyo logístico. "Solo le correspondían la introducción, la historia, la cultura, la gastronomía y el medio ambiente", se defendieron desde la editorial, que tras la aparición del libro de Kohnstamm revisó con lupa todas sus colaboraciones.
Y tú, ¿te fías de tus guías de viaje? ¿Sueles encontrar en ellas muchos gazapos?
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