Lo que nadie me dijo antes de tener perro (2): el plátano-cachorro
Tú dirás que no, que eres una bruja, pero los encuentro irresistibles. Matilda con sus cachorros.
Vino llorando, con un muñeco amarillo entre las fauces. Agitando el muñón de su no rabo. Pidéndome subir a la cama, cosa bastante rara en ella. Matilda, mi cachorra de schnauzer, acababa de ser esterilizada. A las molestias de la operación (lloraba muy quedo cuando se despertó de la anestesia) le siguió, días después, este extraño comportamiento.
Tomé el muñeco de goma. Era un plátano con una carita pintada que le había regalado Andrea para compensar la destrucción masiva que había perpetrado Trufo, su teckel, en una visita a mi casa. Matilda, en vez de morderlo y jugar con él, lo lamía despacito.
El descanso y los mimos duraron poco. Volvió a llorar, saltó como un resorte desde la cama y desapareció. Regresó y a los gemidos les acompañaba un hipopótamo verde. Acto seguido, comenzó a rascar el suelo, desesperada. Suele hacerlo para preparar su cama. Pero esta vez parecía actuar bajo una sobredosis de drogas ilegales muy estimulantes.
La arranqué de lo que presumía la destrucción imediata del parqué y al apoyarla sobre mi vientre, noté un calor intenso. Problemas en la operación, pensé, pero el ardor provenía de más abajo, de las mamas hinchadas.
Una llamada a su veterinaria, y ya tenía el diagnóstico. Algo que había oído vagamente cuando no tenía perro, y que siempre me pareció una leyenda urbana: Matilda tenía embarazo psicológico o pseudogestación.Es decir, que algo menos de dos meses desde su primer celo, aunque no conociese perro, tenía todos los síntomas de la preñez y la lactancia.
Se cree que la naturaleza, para asegurar que cualquier perra sea capaz de amamantar a las crías de otra en caso de fallecimento, mantiene los niveles de prolactina, la hormona que favorece la producción de leche para esos hipotéticos cachorros. Así, Matilda había adoptado al plátano y al hipopótamo y cuidaba celosamente de ellos, sin pensar en comer o dormir.
Los veterinarios aseguran que le ocurre al 60% de las perras no esterilizadas. Y bueno, le había tocado a Matilda. Además, está descrito que en algunos casos, se producen esos síntomas tras la operación en la que se extirpan útero y ovarios.
Al cuarto día ella estaba en los huesos y las dos insomnes, a causa de una combinación de lloros, caricias y carreras desde mi dormitorio al salón, donde, por cierto, colocaba con cuidado el plátano y el hipopótamo al lado de su cama e incluso dentro de ella.La veterinaria le prescribió un inhibidor de la prolactinay la retirada de sus cachorros de goma. La situación fue mejorando paulatinamente, pero cada vez que se le dejaba cualquier muñeco, comenzaba el llanto, la inquietud y los lametones.
Si lees esto y notas en tu perra hinchazón de mamas y excreción de fluido, inquietud (incluso agresividad), falta de apetito, hinchazón y amor doliente y desaforado por cualquier cosa similar a un muñeco, echa cuentas: ¿cuándo tuvo tu perra su último celo? ¿Hace aproximadamente un mes y medio?
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