Sexo y bancos centrales
Hay palabras que cuesta ver juntas en la misma línea, como es el caso de las que conforman este titular. Pero lo cierto es que el sexo se está convirtiendo en un factor muy importante en el proceso de elección del próximo presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos. Dos son los candidatos que con más fuerza suenan para sustituir a Ben Bernanke al frente del banco central más poderoso del mundo a partir del próximo 31 de enero: Larry Summers y Janet Yellen.
Summers durante una rueda de prensa ante la asociación de banqueros. / France Press
Ambos cuentan con currículos académicos intachables pero Summers es una persona mucho más marcada ideológicamente, que ha trabajado tanto en el gobierno de Bill Clinton, como secretario del Tesoro, como en el de Obama, como jefe de la asesoría económica, lo que podría restar independencia de la que tanta gala hace la Reserva. Su gestión no ha estado exenta de decisiones polémicas, a favor de una mayor desregulación del sector financiero, y son conocidos sus estrechos vínculos con el mundo empresarial. En el plano personal, Summers es conocido por ser una persona extremadamente brillante pero con serias dificultades de comunicación. De hecho, sus comentarios cuestionando la capacidad de las mujeres para la ciencia forzaron su cese como presidente de la prestigiosa universidad Harvard. También Yellen trabajó como jefa de asesores económicos con Clinton pero su carrera ha estado vinculada a la Reserva Federal, de una forma u otra, desde 1977 y ya en 2009 sonó como posible sustituta de Bernanke al frente de la Reserva.
Yellen espera el momento de su intervención en un acto de la Reserva de San Francisco.
Este somero análisis de las fortalezas y, sobre todo, debilidades de Summers y Yellen podría llevar a pensar que, de dirimirse la decisión finalmente entre ambos, Yellen sería una candidata más apta para el cargo. Pero ahí es cuando su condición de mujer juega en su contra y su sexo pasa a formar parte del argumentario sobre cada uno de los candidatos. Y lo hace de la peor manera posible, de forma soterrada, sin plantearse abiertamente ni de forma oficial, sino dejando caer que quizás Yellen no tiene lo que hay que tener para dirigir un banco central. Así lo denunciaba este fin de semana el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en las páginas de El País Negocios, en su tribuna titulada Sexo, dinero y empaque.
Su condición femenina también ha desatado alguna campaña a favor entre los sectores considerados más progresistas de la sociedad estadounidense. Entre quienes defienden la candidatura de Yellen, se abandera el argumento de que en el mundo hay, actualmente, 177 bancos centrales y de ellos solo 17 están dirigidos por mujeres. "¿Será Yellen la 18?", se preguntan.
Hace poco se ha producido el relevo al frente del Banco de Inglaterra. Nada más y nada menos que un canadiense ha ocupado uno de los puestos más relevantes de la economía inglesa y ni uno solo de los comentarios realizados en torno a la idoneidad de Marc Carney para sustituir a Mervin King al frente de la entidad aludían a la condición masculina del canadiense como factor, ni a favor ni en contra, de su elección. Lo mismo acaba de suceder con la sucesión al frente del banco central de India, que ocupará el prestigioso economista Raghuram Rajan. Es lo mínimo que debería pedirse en el debate sobre el relevo al frente del primer banco central del mundo.
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