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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

¡Cómpramelo! Me lo pido todo

Esta entrada fue publicada el 17 de junio

Por Carlos Ballesteros

Tres situaciones vividas en apenas 48 horas:

  1. Martin (a punto de los 7 años)Se le cae un diente en el parque. Ya tocaba. Viene todo feliz a enseñarme su diente, su mella, y dándose media vuelta y a voz en grito para que le oiga todo el mundo dice: "Guay, esta noche el ratoncito me traerá el ipod." Luego además nos enteramos de que en realidad quería decir el iphone.
  2. Martin otra vez, eligiendo el regalo que le van a hacer sus abuelos por su cumpleaños en una tienda de jugutes, tienda tradicional de barrio. Sabe que hay criterios: sin pilas, juego para jugar tanto solo como acompañado, aproximadamente 40 €, no bélicoA su lado una señoracon dos niños dejándose aconsejar por el vendedor. En un momento dado la señora se da la vuelta y muy seria le dice a su hijo: "No te creas. Este regalo sólo es porque esta semana has estado costipado." El regalo incumplía todos los criterios arriba señalados.
  3. Misma tienda unos minutos más tardeNiño y madre. El niño de unos 4 años si llega. La madre enseñándole un juguete de unos 25 euros, unos muñecos de una serie de dibujos animados japonesa, violenta, y le dice: "Si esta semana traes punto verde de la guardería todos los días te lo compro."

Una de mis máximas preocupaciones (quizá porque soy padre de dos chicos de 5 y 7 años) es trabajar el consumo responsable o, al menos, el consciente desde pequeñosLuchas, eso sí, con muchas barreras: los medios de comunicación, los círculos sociales en los que se mueven tus hijos, la familia más o menos lejana, la sociedad en su conjunto. En la situación 1, Martin piensa que el ratoncito Pérez le va a traer tamaño despropósito porque a un niño de su clase, con apenas esos años, ya le habían traído ese teléfono que hace de todo, incluso contestar llamadas. En las otras dos no son sino fiel reflejo de una sociedad que recompensa lo irrecompensableaquí, ahora y además de manera desmedida. A menudo uso en mis charlas un viejo anuncio de una marca de coches alemana que presenta a un niño de unos 10 años, vestido de astronauta con el auténtico traje de la Nasa, y con un slogan que tan sólo en 12 palabras recoge toda una filosofía: "Si siempre lo has tenido todo ¿por qué vas a cambiar ahora?".

¡Cómpramelo! ¡Me lo pido todo! Algunos psicólogos hablan de la tiranía de estos niños Colón que, al igual que las representaciones escultóricas del descubridor, señalan con el dedo firme lo que quieren, lo que desean. Son tiranos que, dicen las estadísticas, pueden llegar a influir hasta en un 45% de todas las compras de un hogarEn Estados Unidos, que miden todo lo medible y más allá, se ha hechoun estudio que demuestra que padres y madres aguantan 49 "noes" hasta que dicen "sí". Y el niño, que lo sabe, vaya si lo sabe, va contando despacito hasta que se va acercando a la cincuentena, sabedor de que tiene la batalla ganada.

Abogo por una educación en un consumo responsable y consciente desde que son pequeños, muy pequeños. Donde escuela, progenitores, abuelos (sí, los abuelos también tienen la responsabilidad de educar y no como suele decirse), medios de comunicación, trabajemos todos en un gran pacto para conseguir que los niños y niñas sepan lo que cuesta el dinero, el valor de reusar (y rehusar) antes que el usar y tirar, que el cariño verdadero ni se compra ni se vende, para que cuando lleguen las fechas señaladas el niño sepa elegir, sepa desear, porque ahora no sabe qué quiere "si ya tengo de todo".

Comentarios

En el último párrafo añadiría educación referente a que podemos sentirnos plenos sin necesidad de consumir; que podemos escucharnos y aprender a reconocer cuándo necesitamos algo realmente, y cuándo estamos comprando solo para "acallar" una insatisfacción.
Muy de acuerdo en todo lo referente al consumo. Pero los niños pequeños desgraciadamente hoy en día NO lo tienen todo, les falta lo más importante, lo que más quieren y más necesitan: les faltan sus padres, los cuales apenas comparten con ellos unos pocos ratos al día. Y es por eso que intentan "tapar" esa imprescindible falta con sucedáneos. Los niños no son los responsables de estas continuas peticiones y llamadas de atención, son víctimas de esta sociedad en que sus principales referentes se ven obligados a estar tanto tiempo sin ellos. ¡Y suerte de los que tienen abuel@s!
Real como la vida misma. Tristeza absoluta que así sea.Lo peor es que aun intentando transmitir a tus hijos una serie de valores mínimos lógicos, es más que complicado pelear con una sociedad consumista y egoísta.En fin, sin solución.http://elmejorhumorinteligente.blogspot.com/
Es cierto los niños lo piden todo pero es algo natural cuando uno no es consciente del esfuerzo para ganar el dinero y encima es bombardeado por publicidad cuidadosamente estudiada para manipularle. Cabe a nosotros padres enseñarles como funciona el mundo pues los medios de comunicación desafurtunadamente no están interesados en la educación sino en vender publicidad. Saludos y optimo post!
Digamos que existe una gran influencia del medio social. Hay muchos factores que estan haciendo de estos niños unas víctimas del consumismo. Luego la falta de criterio de parte del binomio madre-padre que se convierten en rehenes de sus propios hijos. No se puede estar prometiendo regalos y premios por comportamientos que deben ser los regulares en todo niño, porque lo estamos convirtiendo en un pequeño dictador al que todo el mundo trata de complacer para que no berree.
La sociedad nos educa asi, estamos mas preocupados de cualquier objeto que queremos conseguir que de lo que esta pasando a nuestro alrededor, mas que en lo que cuesta el dinero, habria que enseñarles lo que cuestan las cosas que no se pueden comprar.
Muy buen artículo... Un niño o una niña que permanentemente 'se pide' todo lo que no necesita, y al que permanentemente se le da todo tipo de cosas innecesarias por motivos absurdos, es una persona permanentemente insatisfecha. Y la otra: más parque, más aire libre, más campo, más aire para nuestros niños, y menos centro comercial, menos televisión, menos ordenador, menos dispositivo. Si nuestro ocio sólo es consumo, ¿qué les vamos a enseñar?

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