Otros arquitectos: en Corea
La arquitecta Maria José Marcos (Alicante, 1981) vive en Seúl. Allí, además de dar clases, completa su doctorado sobre la innovación en la docencia de proyectos arquitectónicos. Tras formarse en la Universidad de Alicante, ha dado cales allí, en la Architectural Association de Londres, en la Unidad Docente de Iñaki Ábalos (ETSAM) y, ahora, en Soongsil University, en Seúl. Lo curioso es que llegó a esa universidad porque solo estaban interesados en contratar a arquitectos españoles. Y ella se hizo con el puesto. Lleva dos años y cree que se quedará otro. “A diferencia de lo que ocurre en otras ciudades europeas, en Corea ser extranjero es un privilegio, aquí te tratan con muchísimo respeto porque has venido a su país a dedicarles tu tiempo, es otra manera de entender el valor de la inmigración” explica.
Marcos piensa que “en Europa los alumnos de arquitectura adquieren de forma inmediata un posicionamiento excesivamente pre-definido del valor de la arquitectura. Esto en ocasiones frena su aprendizaje”. “¿Por qué los arquitectos siempre nos quejamos tanto de que no se nos escucha y por qué el valor de la arquitectura está cada vez mas en peligro de extinción?”, se pregunta. Y atribuye a la universidad la necesidad de una transformación: “los alumnos no solo se deberían formar como arquitectos sino también como 'personas'. La universidad es el origen de todo, por lo que potenciar y acentuar su valor implica una mejora directa del valor de la sociedad, de la ciudad y de la arquitectura”. Más allá de la docencia. Marcos es directora de magicarch desde 2007 y codirectora de DOT Agency for Architectural Affairs desde 2010.
¿Por qué estudió arquitectura? Siempre he dudado entre estudiar periodismo o arquitectura. La primera etapa de mi vida la pasé en una Masía entre campos de olivos, allí mi hermana y yo pasábamos horas construyendo ciudades en un montón de arena de una obra. Mi madre era periodista y junto a ella experimenté lo que ocurre en los estudios de TV, radio y la relevancia de la figura de los editores. Ella escribía mucho y tuve la oportunidad de comprobar como escribió uno de sus libros de investigación sobre una ciudad del levante, donde entendí el por qué de las transformaciones de algunos parámetros de la ciudad a través de sus orígenes y sus habitantes, así como la capacidad de las palabras como mecanismo de transferencia y transformación positiva del conocimiento.
¿Qué esperaba de los estudios? Tuve la oportunidad de aprender a proyectar y entender la relevancia del mundo de la docencia en arquitectura desde las clases plurales de Javier Peña Galiano, Manuel Collado, Andrés Jaque, Antonio Abellán, Alfredo Payá, Lluis Ortega o Rosa Rull. La circulación de ideas que se generaba en la Escuela de Arquitectura de Alicante produjo un entorno de alta calidad docente. Allí empecé a apasionarme por la docencia de proyectos arquitectónicos.
¿Qué ha sido lo más sobresaliente de su formación: lo que más le ha servido? Las bienales y la docencia. Ya como estudiante participé activamente en la Bienal de Arquitectura de Venecia y la Bienal de Rotterdam, donde aprendí a valorar el potencial de la arquitectura y su capacidad de mejorar la calidad social y urbana. Tuve también la oportunidad de ser profesora de proyectos desde muy joven en la Universidad de Alicante, y posteriormente en la UIC Esarq, la ETSAM o la AA de Londres y actualmente en Seúl. Defiendo los proyectos que se producen desde la escuela para mundo real y viceversa, todo se retroalimenta. Pienso que la escuelas son el punto de partida del futuro de las ciudades, por lo que una buena educación es fundamental.
¿Cuándo y por qué opta por una dedicación profesional atípica? En la historia de la arquitectura, los arquitectos siempre hemos tenido perfiles muy polifacéticos, esta heterogeneidad nos permite tener una visión mas amplia y crítica del contexto, produciendo arquitecturas de mayor calidad. Ser profesora es mi principal dedicación aunque lo complemento como arquitecta, escritora, investigadora o curator, esto me permite moverme en diferentes parcelas de conocimiento que incrementan considerablemente el pensamiento critico.
¿Cómo valora económica, personal e incluso socialmente esa decisión? Mi pasión por la cultura y la arquitectura se incrementa exponencialmente cada día, y puedo asegurar que no es por el valor económico... Como dice José Antonio Marina, 'el talento es flexible y gran parte del mismo se adquiere durante tu formación'. El esfuerzo y la constancia en el trabajo son la clave para evitar la mediocridad en nuestras ciudades.
¿Tienen los arquitectos miedo de romper la endogamia y el círculo social e intelectual en el que viven? El pudor generacional a la adaptación va desapareciendo poco a poco, los arquitectos cada vez somos personajes mas flexibles y sincrónicos a la sociedad en la que vivimos. Creo que la evolución ecosistémica del arquitecto ya está fracturada desde hace tiempo y los arquitectos estamos empezando a asumir los nuevos roles que la sociedad necesita y que aun están por inventar como profesión oficial. Nuestra profesión evoluciona al igual que fluctúa las sociedad, por supuesto que el valor intelectual de los arquitectos es nuestro gran potencial, aunque el valor tectónico está en constante estado de crítico.
¿Qué le hizo ver que había otras posibilidades? La primera actuación urbana que desarrollé desde la universidad fue en forma de fiesta multitudinaria y congregó espontáneamente a cientos de personas en un mismo momento. Esto me mostró el potencial de complementar y reforzar la arquitectura a través de los medios, de la docencia o de la nuevas redes tecnológicas. Confío fielmente en que una mejora o concienciación urbana de la ciudad del futuro se puede obtener desde la aulas, o sacando una exposición a la calle, escribiendo una crítica en un medio público, o asesorando políticamente sobre la ciudad. La arquitectura te ofrece una amplia visión para abordar la propuestas desde muchos puntos de partida.
¿Tenía o tiene modelos? Javier Peña Galiano es uno de los mejores modelos. He tenido la oportunidad de aprender de él durante casi diez años. He aprendido la totalidad del proyecto en todas sus facetas de complejidad y actualmente tengo la suerte de desarrollar algunos proyectos conjuntamente. Creo que su capacidad de simultanear el conocimiento y la producción arquitectónica desde su estudio a la investigación es un ejemplo casi único en la arquitectura española. También he admirado la capacidad de Iñaki Abalos y Renata Sentkiewicz en su obra, ambos también con perfiles complementados intensamente entre la docencia, la crítica y la arquitectura, y de quienes he aprendido también de cerca su forma de hacer, de pensar y de enseñar. Más allá de la cercanía, he aprendido mucho en los libros: la genialidad de Miralles, la maestría de Lina Bo Bardi, la elegancia de Alejandro de la Sota, la excelencia combinada de OMA y su espejo AMO, la experimentación de Philliphe Rahm o la sofisticación de Diller&Scofidio.
¿Qué puede hacer la arquitectura por la sociedad más allá de los planos? Para el desarrollo económico y social de nuestras ciudades es de vital importancia el valor cultural de la arquitectura. La crisis de la arquitectura, su función educativa y su reactivación cultural únicamente está en nuestra mano.
¿Qué consejos daría a un joven estudiante de arquitectura? Resistencia y la capacidad creativa para inventarte tu trabajo. Según un estudio del MIT el 70% de las profesiones del futuro está aun sin inventar.
FOTO: Cha Jieun
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