Ocho joyas naturales que no te puedes perder en Islandia
Islandia es la puerta de acceso a Groenlandia. Casi todas las conexiones internacionales obligan a hacer escala en Reykjavik, la capital islandesa, antes de volar a la isla helada. De hecho, la "conexión islandesa" es tan importante para Groenlandia que cuando los groenlandeses quieren ir, por ejemplo, de un pueblo de la costa sur a otro de la costa este de su isla les resulta más barato y fácil hacerlo a través de Reykjavik que con un vuelo interior de Air Greenland.
Por eso toda visita a Groenlandia lleva casi aparejada una estancia en Islandia, porque antes o después tienes que hacer escala allí. Eso hice yo tras mi viaje de la semana pasada a la isla helada: me quedé unos días recorriendo el sur de Islandia. Y estos fueron los lugares que más me impactaron. Como siempre en este blog, si los recomiendo es porque he estado personalmente y los he visto y comprobado:
Para muchos, la catarata más bella de Islandia, un país que si por algo destaca espor tener cientos de bellas cascadas. Está junto al pueblo de Skogary la cortina de agua que cae es tan brutal y continua que nadie ha podido ir detrás de ella a comprobar si es cierta la leyenda de que un jefe vikingo escondió allí un tesoro.
De nombre tan impronunciable como casi todos los topónimos islandeses. Está muy cerca de la anterior. Impacta verla a lo lejos, cuando condices por la carretera 1 muchos kilómetros antes de llegar a su base, gracias a la llanura interminable que se abre a los pies de la montaña por la que cae.
Laguna del glaciar Breiðamerkurjökull
Uno de los parajes más bellos del sur de Islandia. El Breiðamerkurjökulles una de las lenguas del gran glaciar Vatnajökull, la mayor masa de hielo que queda en Islandia.Los bloques de hielo que se desprenden del frente glaciar quedan nadando durante meses en esta impresionante laguna, como copos de nata en una sopa fría. Se pueden dar paseo en zodiac entre los iceberg. ¡Un sitio más que recomendable!
Uno de los accidentes geológicos más impactantes de una isla que parece un libro abierto de geología. El río Hvítá tropieza con una gigantesca grieta de 20 metros de ancho y 2,5 kilómetros de largo y se precipita por ella con un estruendo ensordecedor. Uno de esos lugares donde sientes en la piel la fuerza de la naturaleza.
Grundarfjörður
La alargada península de Snæfellsnes,que emerge entre las bahías de Breidafjördur y Faxaflói, en el suroeste de la isla, está llena de montañas de curiosas formas y raridades geológicas, como ésta que parece proteger el pequeño pueblo pesquero de Grundarfjördur.
Dyrhólaey
En la punta sur de la isla, en torno a la localidad de Vik (una las pocas con nombre pronunciable de toda Islandia) la acción de los volcanes ha generado kilómetros de largas y oscuras playas de lava y otros materiales piroclásticos. Un paisaje digno del Averno, que queda magnificado los días grises y ventosos, como este que me toco cuando estuve en el cabo de Dyrhólaey.
Islandia tuvo uno de los parlamentos más antiguos del mundo. Desde el año 930, los clanes de la isla se reunían una vez al año en una curioso valle a unos 40 kilómetros de la actual Reykjavik para crear leyes, establecer pactos, dirimir disputas y ajusticiar reos. Curiosamente, ese valle es en realidad parte de la Dorsal Mesoatlántica, una enorme grieta volcánica que recorre todo el océano Atlántico y que separa la placa europea de la americana. Más que la grieta en sí me interesó esta pequeña iglesia que se yergue solitaria en medio de los prados cercanos a Þingvellir.
Es la joya natural del sur de Islandia. Ocupa una buena parte del glaciarVatnajökull y es el mejor lugar de la isla para ver lenguas glaciares, caminar sobre hielos, ver cascadas, observar la fauna y la flora local y hacer rutas senderistas. En el estupendo centro de interpretación que hay a la entrada dan todo tipo de información sobre actividades y cosas que ver en el parque. La famosa cascada deSvartifoss queda a 45 minutos a pie de esta entrada.
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