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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Los retos globales del comercio justo: democracia, productores y consumidores

Por Marco Coscione

Después de reconocer el crecimiento de la economía solidaria y del comercio justo, así como de sus múltiples y diversas iniciativas, las organizaciones firmatarias se comprometen a fortalecer sus organizaciones priorizando el protagonismo de los pequeños productores y la relación con los consumidores comprometidos y solidarios, éticos. Defensa del pequeño productor y rol del consumidor: este último es el gran desafío para las organizaciones de comercio justo del Sur, donde la construcción de un mercado interno de comercio justo, sustentado por “consum-actores” conscientes, activos y responsables, aún parece casi una utopía.

Por este motivo, es muy importante otro de los compromisos que se han asumido en Rio de Janeiro: la integración con los otros movimientos sociales que luchan por los derechos humanos, la identidad cultural y el territorio, el respeto a la diversidad e identidad cultural, al medio ambiente y la soberanía alimentaria, entre otros. Este es todavía un punto bastante débil para el comercio justo. A pesar de ser un importante movimiento social internacional, su articulación con otros movimientos sociales de la región es muy escasa.

En el punto 5, las organizaciones expresan claramente el deseo de «mayor participación y control social en los acuerdos y tratados internacionales», para que favorezcan el trabajo de los pequeños productores. Control social, la cuestión central de todo proceso de democratización que queramos construir. En este sentido, la “descolonización” de las prácticas Norte-Sur o del pensamiento hegemónico es de fundamental importancia. Citando a Frans Van der Hoff, uno de los fundadores de la certificación Max Havelaar (antecedente nacional de la actual FLO): «Los actores del Norte deben aprender a escuchar y respetar el punto de vista de sus socios del Sur. […] Muchos actores del Norte creen que pueden solucionar los problemas rápidamente. No aceptan que se requiere tiempo para corregir las deformaciones socio-económicas que el sistema capitalista ha producido durante siglos». Los productores del Sur saben muy bien que el problema no es la pobreza, sino la falta de control democrático sobre el sistema. «Trasmitir estos mensajes desde la experiencia de los pobres […] es quizás el legado más importante que el Comercio Justo puede dejar a las futuras generaciones». Cuando hablamos de “falta de control democrático sobre el sistema” estamos identificando un problema global, a mi juicio el principal problema de todas las crisis que están viviendo nuestras sociedades.

Este proceso tiene que ser acompañado por un fuerte trabajo de incidencia política, para que tanto la economía solidaria como el comercio justo sean reconocidos por los Estados en sus políticas públicas de desarrollo nacional. En este sentido aún falta mucho por hacer. Como falta por hacer en cuanto a la construcción de un verdadero comercio justo Sur-Sur, partiendo justamente por las relaciones comerciales entre las mismas organizaciones de comercio justo.

Sin embargo, el nuevo camino ya está abierto, y los nuevos equilibrios geopolíticos internacionales lo pueden favorecer. Mientras los países del Norte están cada vez más en crisis, las propuestas más interesantes de alternativas de y al desarrollo sostenible nos llegan desde el Sur. América Latina está, sin duda, protagonizando este cambio de época. El movimiento por un comercio justo no está exento de estas evoluciones globales. En este marco, los pequeños productores organizados de comercio justo tienen todo la experiencia y el potencial para convertirse en los actores protagonistas del movimiento a escala regional e internacional.

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