Aviones: ¿los nuevos monasterios budistas?
Sé que a mucha gente pasar tantas horas metido en un incómodo asiento de avión le resulta una tortura, ¡pero a mi siempre me ha parecido un plan excitante! Y cuantas más horas dure el vuelo, mejor.
En estos tiempos de locura digital, en los que estamos hiperconectados y envueltos todo el día en una vorágine de llamadas de móvil, guasap, correos electrónicos, contactos en redes sociales y mil formas más de comunicarnos para decirnos la mayoría de las veces puras tonterías, la idea de estar 13 horas sin conexión, si cobertura, sin nadie que me moleste, entregado a la lectura, a ver buen cine o simplemente a estar con uno mismo me pone más que quedar a cenar con Angelina Jolie, para qué engañarnos.
El tubo presurizado de un avión se ha convertido en una suerte de monasterio budista de la estresada civilización occidental. Uno de los pocos recintos cerrados, aislados de la locura diaria, donde puedes meditar, estar en silencio o llevar una vida contemplativa. Puede sonar sarcástico, pero es así.
Lo malo es que ya existen líneas aéreas que ofrecen cobertura de móvil en vuelo. ¡Dios!, qué ganas tiene la gente de estar todo el día enchufada al maldito aparato. ¡No pueden dejarnos ni este reducto de paz que son los aviones! De momento el servicio no se ha popularizado porque sale muy caro, pero es cuestión de (poco) tiempo que viajar en un avión sea tan desagradable como lo es ya ir en un vagón de tren.
¿Os imagináis un vuelo de 13 horas con un pesado en el asiento de al lado gritando sus conversaciones con clientes y proveedores? ¿o el coñazo de señora que no para de hablar con su cuñada? ¿o el tonto que tiene que ir narrando el viaje minuto a minuto, como si el mundo estuviera pendiente de él: “estamos sobrevolando las islas Cayman” “ya hemos sacado los flaps”, “la azafata va a servir la cena”… ¡Dios mío! No lo quiero ni imaginar. Me plantearé volver a viajar en carreta.
En fin, a lo que iba: ¡vuelvo a Tailandia, uno de mis países favoritos del sudeste asiático! Os lo iré contando, como siempre, en directo, aquí en el blog.
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