‘¿Primavera turca?’
La sociedad turca ha estado siempre surcada por profundas divisiones políticas, culturales y religiosas, algo que Erdogan no ha contribuido a cicatrizar
Las manifestaciones masivas que han sacudido a Turquía son, sin duda, un punto de inflexión en la historia política del país. Pero corren el riesgo de no ser bien entendidas por mucha gente, tanto ciudadanos turcos como observadores del exterior.
Estas protestas no implican que haya una primavera turca en el aire. Las primaveras árabes fueron una serie de revueltas populares contra prolongadas dictaduras. (...) Pero Turquía disfruta de elecciones libres desde 1950, y Erdogan está en el poder desde 2002 después de haber ganado un número cada vez mayor de votos. De hecho, es el primer ministro más popular del último medio siglo.
Sin embargo, es también el primer ministro más odiado del último medio siglo, en parte porque la sociedad turca ha estado siempre surcada por profundas divisiones políticas, culturales y religiosas, algo que Erdogan no ha contribuido a cicatrizar.
(...) En mi opinión, Turquía debe mucho a Erdogan por todas las cosas que ha hecho en la última década, desde el impresionante éxito económico hasta su coraje a la hora de resolver la cuestión kurda. Pero su poder, cada vez más centralizado, necesita someterse de alguna forma a controles y equilibrios; no por parte de los militares, desde luego, ni de la “oligarquía burocrática”, como decimos los turcos. Dejando aparte los fanáticos vándalos que se encontraban entre ellos, los manifestantes del parque Gezi han proporcionado ese control. Y han hecho un buen trabajo.
Mustafá Akyol, Estambul, 6 de junio
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.