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Ai Weiwei canta contra el gobierno chino

El polémico artista publica su primer videoclip, en el que rememora los 81 días que estuvo retenido y carga contra la falta de libertad en su país

El artista y disidente chino Ai Weiwei.
El artista y disidente chino Ai Weiwei.AP

Los ideogramas escritos en la capucha no dejan lugar a dudas: “Sospechoso”. Dos militares custodian a un reo, esposado a la silla e iluminado por una potente luz. Uno de ellos le descubre la cabeza, y en la imagen aparece el inconfundible rostro de un desafiante Ai Weiwei. Los uniformados no le quitan la vista de encima ni para ir al váter, todo el ejercicio que se le permite hacer es caminar de un lado a otro de su celda, y se le presenta una confesión que el artista más afamado de China se ve obligado a firmar con una huella dactilar.

Podría ser un documental sobre los 81 días de 2011 que Ai estuvo encerrado de forma arbitraria, de hecho la celda se ha reproducido al milímetro, pero la música heavy metal -algo descafeinada- que acompaña a las imágenes deja claro que no lo es. “¡Que le jodan al perdón, a la mierda con la tolerancia, al diablo con las buenas maneras, la vida criminal es invencible”, aúlla en chino la letra. Por si fuera poco, el fin de esta historia de cinco minutos y quince segundos tiene poco que ver con la realidad.

Ai se convierte momentáneamente en una alpaca, que en chino se pronuncia igual que ‘que follen a tu madre’, consigue invitar a unas prostitutas para que sus carceleros bajen la guardia, y, en un giro que roza lo onírico, se rapa el pelo, se afeita la barba, y se pinta los labios para convertirse en una de ellas y camelar a los carceleros. Así es Dumbass (Tonto del culo), el primer single del álbum titulado La divina comedia.

A sus 55 años, la energía de Ai Weiwei parece inagotable. Tanto como su irreverencia y como la capacidad que tiene para poner al gobierno chino contra las cuerdas. Lo consiguió primero con obras de arte cargadas de un simbolismo que escapaba a la comprensión de la mayoría de los espectadores, y luego fue mucho más explícito en sus performances, construidas con una corrosiva aleación de crítica sarcástica y un dedo corazón bien erguido. Finalmente, reventó con una interminable sucesión de explosivas declaraciones contra el régimen comunista, un hecho que pagó caro. No solo por los casi tres meses que estuvo desaparecido; también le ha afectado al bolsillo, ya que Hacienda le multó con casi dos millones de euros por delitos fiscales que él siempre ha negado.

Pero fue durante su cautiverio cuando se le ocurrió la idea de hacer música. Al parecer, uno de sus guardas le preguntó si podía cantar. “Entendí que para estas personas -los prisioneros- la única forma de matar el tiempo es la música”, explicó el pasado mes de marzo, durante el anuncio de la grabación del disco. Antes ya había decepcionado con una versión de Gangnam Style que no estaba a la altura de su persona, así que la noticia tuvo una discreta repercusión.

Pero esta vez el artista chino más polémico ha sacado la artillería pesada: ha cargado toda su rabia en las cuerdas vocales y la canaliza a través de la sencilla -pero más que contundente- letra escrita por el rockero Zouxiao Zuzhou. No deja títere con cabeza. Critica el autoritarismo, la censura, y la corrupción. “Es una especie de terapia”, reconoció al diario británico The Guardian. Y está bien aliñada con la austera puesta en escena del prestigioso cineasta Christopher Doyle, que recuerda a vídeos de Amnistía Internacional.

Habrá que esperar para ver cómo reacciona el gobierno chino, aunque ayer ya era imposible acceder al vídeo desde la china continental. “Sé que va a ser censurado, pero no me importa”, aseguró Ai. No en vano, hace ya dos años el artista fue muy claro en una entrevista con este periodista: “Estoy preparado para afrontar las consecuencias de mis actos”. Ya anuncia un nuevo disco, más romántico, y, a juzgar por el final de Dumbass, no parece que vaya a cambiar un ápice su actitud: “Los campos están llenos de capullos, los tontos del culo están en todas partes”.

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