Argelia retira el asilo político a Aisha Gadafi por sus reiteradas insurgencias
La hija del derrocado dictador libio llegó a prender fuego al refugio donde vivía "Ha violado nuestro principio de hospitalidad", explicó el Gobierno
Aisha Gadafi se ha saltado las reglas. Por eso, ahora afronta un segundo exilio tras su salida de la Libia aún gobernada por su padre, Muamar, en agosto de 2011. Escapó a la vecina Argelia y desde entonces allí vivía, acogida “por razones humanitarias”. Pero el ejecutivo de Abdelaziz Buteflika la ha expulsado del país por violar las condiciones pactadas para su estancia: que no se inmiscuyera en la política nacional ni en la transición libia y que se mantuviera lejos de los medios de comunicación. Su nuevo destino: Omán.
Aisha, de 36 años, no solo ha obviado cada ruego sino que, hace unas semanas, le prendió fuego a la residencia en la que se alojaba junto a su madre Safia, dos de sus hermanos (Hanibal y Mohamed) y varios de los hijos y nietos supervivientes de la estirpe Gadafi. Empezó por las estanterías y acabó calcinando toda la casa, propiedad de una empresa pública argelina, en Djanet, 2.000 kilómetros al sur de Argel, según desvelan la revista Bussines insider y el diario argelino Ennahar. El incendio fue la gota que colmó el vaso, después de rociar con spray los retratos del presidente Buteflika, atacar a sus escoltas y enviar fuertes mensajes a través del canal sirio por satélite Al Rai.
Aisha dio a luz a su hija en plena frontera, al día siguiente de cruzar a Argelia en su caravana de seis Mercedes, dejando atrás su palacio de tres plantas y jardín, las efigies de oro con su rostro, las salas enteras dedicadas a guardar zapatos de Prada… La atención médica que requería fue su salvación y la de los suyos. Nadie se atrevió a echarlos mientras ella repetía, además, que su hija mayor, Mastoura, había sido asesinada en un bombardeo, un extremo nunca confirmado. Quien sí murió fue su esposo y primo, Ahmad.
La confirmación oficial de su salida de Argelia se ha producido a raíz de una investigación de la revista Time. El embajador argelino en Libia, Abdelhamid Bouzaher, ha terminado reconociendo que Aisha y su familia dejaron Argelia “hace tiempo” y ha constatado que la insubordinación de la hija de Gadafi resultó determinante para su marcha. “Ha violado nuestro principio de hospitalidad”, dijo. Pero también está el temor del país de verse salpicado por el complicado viraje a la democracia en Libia, teniendo en su suelo a los descendientes del dictador. Omán a su vez ha ratificado a Reuters que ha dado asilo a los Gadafi, una protección con todos los gastos pagados que mantendrá “siempre que no se mezclen en actividades políticas”.
Hay un problema añadido: Aisha y su hermano Hanibal están siendo buscados por la Interpol, a petición de Trípoli, como cómplices de las sanguinarias razias de su padre. El nuevo Gobierno libio estudia cómo pedir su repatriación para someterlos a juicio, como a su hermano Saif Al Islam, el único detenido por los sublevados. Los Gadafi perdieron a tres hijos en la revolución (Mutassim, Jamis y Saif Al Arab) y otro más, Saadi, logró escapar a Níger.
Uno de los retos de Aisha en Omán será retomar su denuncia contra la OTAN por la muerte de su padre, que quiere llevar ante la Corte Penal Internacional. Nick Kaufman, su abogado israelí, dice que la Claudia Schiffer del norte de África “no puede dormir aún”, recordando cómo lo lincharon. La que fuera abogada defensora de Sadam Hussein, teniente coronel de las tropas libias y embajadora de la paz para la ONU promete a cambio “no dejar dormir a nadie hasta tener justicia”.
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