Cumplir con el deber

Tengo firmado un contrato de trabajo. En él, un empresario y yo hemos pactado cuántas horas debo trabajar, en qué condiciones, cuánto me va a pagar. El Gobierno aprueba una nueva ley. A partir de ahora, el empresario puede decidir cambiarme el horario, las condiciones de trabajo y hasta el sueldo sin contar conmigo. Yo no. Yo he de cumplir con mi deber y asumir las condiciones que firmé en el contrato.

Tengo una hipoteca. Al firmarla, el banco tasó la casa que iba a comprar y le dio un valor, comprobó mi fiabilidad y establecimos unas condiciones de pago. Según el banco, mi casa vale ahora mucho menos que cuando firmamos ese acuerdo. Yo gano también menos. Pero yo no puedo rebajar el valor de mi hipoteca. Tengo que cumplir con mi deber, y seguir pagando lo que he firmado.

He participado en las últimas elecciones. De entre los distintos programas electorales de los partidos, elegí el que me pareció más adecuado a mis intereses y a la situación. Los políticos repetían durante la campaña que si ganaban las elecciones, se comprometían a cumplir ese programa: que ese era su contrato conmigo a cambio de mi voto. He votado. Junto con otros ciudadanos, hemos dado a un partido mayoría absoluta para llevar a cabo su programa a cambio de cuatro años de poder. El presidente del Gobierno nos dice ahora que no ha cumplido ese contrato. Pero se quedará los cuatro años. Porque lo que sí ha hecho es cumplir con su deber.— María Isabel Álvarez Jiménez.