_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El temporal

Mientras el periodismo en general está en crisis, la información meteorológica se gana la atención de la audiencia con calidad y espectáculo

Manuel Rivas

Ha sido una semana de grandes temporales. Estupenda. Este invierno ya nadie habla de borrascas y otras antiguallas del parte meteorológico. Se ha popularizado la denominación “ciclogénesis explosiva”. Lo oyes por la calle, en todas partes, y las bocas pronuncian la novedad con una cierta delectación, no a la manera mustia en que los tristes vocacionales paladean un “in-fe-liz-men-te”, sino al estilo de insurgencia poética, como quien prende los fósforos de la metáfora. Nadie va a pedir en el mercado una lactuca sativa para llevarse una lechuga ni saludar el canto de un petirrojo a la voz de: “¡El erithacus rubecula, si señor!”. Pero la ciclogénesis explosiva ha venido para quedarse una larga temporada. Funciona como un hallazgo socialclimático, un híbrido de política, economía y meteorología. El hablar del tiempo era hasta ahora una manera de sortear polémicas o antipatías. En caso de necesidad, hasta el vecino más huraño sucumbe a la diplomacia del paraguas. Mientras el periodismo en general está en crisis, la información meteorológica se gana la atención de la audiencia con calidad y espectáculo. Y el público participa. A veces se generan demasiadas expectativas. La gente, pertrechada de cámaras, espera vientos huracanados y olas de diez metros. Y se siente muy defraudada con la naturaleza cuando el vendaval no supera el límite automovilístico de los 120 km/hora y el mar se acobarda y no se lleva por delante ni una estatua del paseo marítimo. En los últimos días, entre los curiosos que acuden a las convocatorias meteorológicas, abunda la decepción. La ciclogénesis explosiva sólo afectó al lugar de Ideas, más bien despoblado, donde tumbó algún árbol podrido y desnudó el pseudónimo desconocido de una especie desconocida. Mientras tanto, el cíclope Bárcenas había desaparecido en plena tormenta, a la manera de El tercer hombre en las alcantarillas de Viena, y la lista de los beneficiados por la amnistía fiscal pasaba a la categoría de pseudónimo impenetrable.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_