Medida inhumana
Mi padre va a ser operado a corazón abierto. Tiene un 50% de posibilidades de sobrevivir. Mi madre, junto a mi hermana y mi mujer, que trabajan en empresas privadas, estarán en la sala de espera, angustiadas y acompañándose mutuamente durante las horas que dure la operación. Yo no. Soy profesor en un instituto público y tengo que dar clase. El nuevo reglamento de permisos de la Comunidad de Madrid me impide estar donde debería, en el hospital con mi familia. Se supone que “no hago falta”, pues mi madre no está impedida y, en todo caso, ya habrá alguien con ella. Esto no es una medida de racionalidad, sino de inhumanidad, no previene el absentismo laboral, repugna a una mínima conciencia moral. Si mi padre muere y mi familia sufre no le importa a la Administración, yo estaba explicando raíces cuadradas.— Jaime Sáez. Profesor de Secundaria,
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.