El peligro de ser rapera y afgana
Sosan Firooz desafía la ortodoxia musulmana y vive amenazada de muerte
Ser rapera no es algo común y menos si se ha nacido en Afganistán. Pero para Sosan Firooz no parece haber obstáculos. A sus 23 años no solo canta, algo que le está prohibido en su país, sino que rapea sobre la opresión femenina, sobre su experiencia como refugiada en Irán y Pakistán y contra el abuso infantil. Con su primera canción de rap está haciendo historia en su tierra natal. Su militancia, que va más allá de la artística, la ha llevado a vivir amenazada de muerte y a ser repudiada por parte de su familia. Firooz habla en sus letras de la represión de las mujeres, de sus esperanzas de que Afganistán sea algún día un país libre de la guerra y la miseria. Ella tuvo que emigrar a Irán durante la guerra entre los muyahidin, después de que conquistaran Kabul en 1991.
“¡Escucha mi historia! ¡Escucha mi dolor y sufrimiento!” rapera Sosan Firooz a las mujeres afganas. Hasta el momento, la canción, titulada Nuestros Vecinos, solo se ha publicado en YouTube. En el vídeo que acompaña el tema se ve a la rapera posando con pantalones vaqueros, luciendo cadenas y pulseras y llevando un pañuelo con calaveras que deja ver su largo cabello, pañuelo que después se quita como signo de libertad.
El productor musical Fared Rastagar apoya y aconseja a la artista. “Algunos artistas de esa zona han dejado de cantar por las amenazas de los talibanes. Otros han abandonado el país. Firooz, sin embargo ha hecho planes para quedarse", ha declarado a la CBS.
La violencia contra las mujeres sigue siendo algo común en Afganistán, especialmente en áreas remotas. Hay informes de que algunas han sido apedreadas en público por haber tenido relaciones con hombres. Otras se queman para escapar de la violencia de sus parejas.
Firooz es también actriz. Ya ha aparecido en papeles secundarios de varias telenovelas locales. Uno de sus momentos de más éxito fue cuando actuó en un festival de música en Kabul. Debido a las estrictas normas los hombres y las mujeres estaban separados, de tal manera que los músicos tocaron para un público femenino el primer día y para los hombres los dos últimos.
“Cuando estalló la guerra en nuestro país, hubo balas, artillería, cohetes. Todos nuestros árboles se quemaron. La guerra nos obligó a salir”, rapea. “Tenemos esperanza para el futuro de nuestro país. Y pedimos a los países vecinos que nos dejen en paz”.
Sus padres son su gran apoyo. “Soy su secretaria, quien responde sus teléfonos. Soy su guardaespaldas, protegiéndola. Cuando ella sale la acompaño”, dice Abdul Ghafar Firooz, su progenitor. “Todos los padres deben apoyar a sus hijas e hijos a progresar”. En cambio, su madre, que hace labor humanitaria en algunas zonas conservadoras y remotas del sur de Afganistán, dice que tiene cuidado de no mencionar la incipiente carrera de su hija por temor a las represalias. “El apoyo de la familia me da la fuerza para luchar contra los problemas de nuestra sociedad”, concluye la cantante.
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