La batalla en el mar de Samantha Davies
Va a estar tres meses sola en el mar, sabe que es durísimo – ya participó en la anterior edición de la Vendée Globe en 2008, donde terminó cuarta- aunque repite una y otra vez que está impaciente por que comience la aventura. La inglesa Samantha Davies, la única mujer de los 20 participantes en la regata a vela más dura del mundosin escalas y en solitario, suena con una alegría contagiosa al otro lado del teléfono -dan muchísimas ganas de colarse es su barco y desaparecer unos meses en el agua-, y cuenta que ya tiene todo preparado para partir desde el pantalán francés de Sables d´Olonne.
Samantha Davies. Eloi Stichelbaut (Savéol)
Lo que le espera a partir de este sábado ya lo sabe: alrededor de 90 días sin pisar tierra y lalucha contra el mar para dar la vuelta al mundo, de oeste a este, pasando por los tres grandes cabos: Buena Esperanza, Leeuwin y Hornos.Unas 27.000 millas (43.000 kilómetros) en soledad por los océanos Índico, Pacífico y Atlántico. Sueño polifásico, frío polar y situaciones muy complicadas como las vividas en la pasada edición cuando supo que el navegante Yann Eliès se había fracturado el fémur solo en mitad del océano Índico y cambió el rumbo para socorrerle sin saber si éste se había caído al agua o si estaba en el barco. "En el momento no piensas en el miedo, aunque después, cuando ya se acaba todo y miras hacía atrás, te das cuenta deque has vivido situaciones muy dramáticas. En el mar hay que reaccionar primero y llorar después", confiesa.
Entre la anterior edición y esta, la inglesa, de 38 años, ha sido por primera vez madre. En tierra se queda su bebé Ruben, que, gracias a las compras que ha realizado, -su padre es un desastre cuenta riendo-, tendrá ropa de abrigo y de su talla los meses que ella falte. Compras aparte, lo que le preocupa estos días es que su barco esté perfecto. En elmonocasco 60 Savéol, de 18,28 metros de eslora, caben muy pocas cosas aunque lo que es seguro es que no habrá plátanos. Supersticiosa, cuenta que, como muchos marinos,nunca lleva bayas a bordo. “Siempre que hay plátanos he tenido problemas”, explica. Ni plátanos ni conejos – aunque sean de peluche – siguiendo las creencias de los viejos marinos.Su pasión por el mar le viene de familia – su abuelo era comandante de submarinos en la British Navy- y, aunque lamenta que no haya muchas mujeres –ella es la única de la séptima edición-, señala que nunca se ha sentido discriminada ni ha sufrido machismo. “En el mar me tratan como a uno más, soy aceptada como un marino”, remacha. Más que el físico, recalca, en la Vendée Globe lo que marca la diferencia es la fortaleza mental. En la edición de 2008 solo once de los treinta participantes lograron llegar a meta y ella rozólas medallascon un cuarto puesto. Siete mujeres han participado en la regata más dura del mundo y este año la inglesa, licenciada ingeniera en Cambridge, repite. Su objetivo: finalizar de nuevo, el sueño de cualquier marino que se atreve con la gesta, y, si es posible, en puestos de podio.
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