Lo que los niños cuentan
Esta entrada ha sido escrita por nuestra colaboradora Marta Arias.
©UNICEF España/2012/Ajay Hirani
Hace unos días alguien me contó que algunos miembros de la Asociación Española Contra el Cáncer empiezan sus charlas pidiendo que levanten la mano las personas de la audiencia que han tenido alguna relación directa con el cáncer. El porcentaje de manos alzadas es siempre muy elevado, y eso hace reflexionar al público sobre lo cerca que esta enfermedad está de todos nosotros. En ese momento pensé: “pues entonces las organizaciones de infancia lo tenemos más fácil todavía, todo el mundo ha tenido alguna vez en su vida una relación más que directa con la niñez, ¿no?”.
Pues a pesar de que mi sesuda reflexión no es más que una obviedad, lo cierto es que de fondo esconde la frustración de casi todos los que nos dedicamos a promover los derechos de la infancia. Nos encontramos una y otra vez con reacciones de simpatía, de ternura, un asentimiento sincero… pero con un muro casi infranqueable cuando queremos hablar de los niños y las niñas como sujetos “serios”, de pleno derecho, como un colectivo que merece la atención social y política y que tiene algo que decir. Algo que quizá nosotros desde nuestra perspectiva de adultos con frecuencia ignoramos, o no logramos entender del todo.
Y sin embargo, cuando lo hacemos nos encontramos con resultados sorprendentes. En UNICEF acabamos de tener una experiencia interesantísima al respecto. Hemos preguntado a 6.000 niños y niñas de 1º de la ESO, en toda España, acerca de lo que se denomina su “bienestar subjetivo “. Es decir, cómo ven ellos su vida. Y nos hemos encontrado con respuestas muy interesantes.
En primer lugar, una buena noticia. A pesar de todas las dificultades (no olvidemos que los niños son ahora mismo el colectivo de edad con peores índices de pobreza en España), los niños están mayoritariamente contentos con sus vidas. Esto ya sucede así siempre que se les pregunta a los adultos, pero en el caso de los niños es más acusado.
Sin embargo, la valoración global positiva no debe hacernos ignorar que cerca del 15% de los niños entrevistados manifiesta tener niveles de bienestar sensiblemente inferiores a la media. ¿Adivinan quiénes son? Bingo. Los niños nacidos en el extranjero, los que tienen problemas en los estudios, los que viven en familias con un nivel socioeconómico más bajo, los hijos de desempleados… Son los niños y las niñas que corren el riesgo de “quedarse atrás”. De perder el tren de esa felicidad con la que casi todos recordamos nuestra infancia. Ni que decir tiene que este riesgo es aún mayor en el contexto actual.
En contra de lo que nos pueda parecer, la suerte de esos niños no es solo responsabilidad de sus familias. Todos, en mayor o menor medida, tenemos algo que hacer para que ellos disfruten las oportunidades que esa etapa de la vida debe traer. Porque es su derecho, pero también porque con ellos nos la jugamos todos un poco.
Y hablando de este tema, la encuesta también nos dice que los niños que conocen sus derechos (recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño) reportan mayores niveles de bienestar. Curioso, ¿no?
Y una última sorpresa: en contra de lo que solemos pensar, los niños no son unos materialistas obsesionados por las videoconsolas. En sus respuestas demuestran tener valores y aspiraciones solidarios, mucho más volcados en las relaciones interpersonales que en los bienes materiales. En qué momento de nuestras vidas se empieza a invertir la pirámide es objeto de otro estudio, probablemente mucho más complejo…
Como conclusión, sólo puedo insistir en una idea: preguntemos a los niños, tengámosles más en cuenta. En la familia, pero también fuera de ella: en el colegio, en los medios de comunicación, en la vida política. Ellos tienen el derecho de expresarse, y resulta que dicen cosas más que interesantes que nos permitirán tomar mejores decisiones.
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