Niños que dicen basta a la crisis
"Basta de crisis. Es algo supermalo". Solo tiene seis años pero las noticias en la tele, las conversaciones y caras de sus padres, la palabra ERE que se repite en todas las charlas, los carteles de protesta en la puerta del colegio, entre otras muchas cosas, y lo que está durando -estamos acabando el año V de la crisis- le hacen ver, pese a su edad, que las cosas no van bien. Algunos niños están más concienciados que otros. Todo depende de la situación que se vive en casa y cómo lo están sufriendo sus mayores.
Alicia tiene tres hijas y solo la mayor de 8 años le pregunta qué es la crisis y, sobre todo, cuando se acabará. La hija de mi vecina de blog, Clara Blanchar, con seis años ya tiene interiorizado su grito de guerra: ¡Basta recortes!. En cambio, Cecilia Jan me cuenta que los suyos no saben nada. "A esa edad, a menos que se queden los padres en paro, o les desahucien o se queden sin comedor, no creo que asimilen el concepto…", dice Cecilia. Sandra, madre de una niña de 8 años, dice que su hija vive al margen de todo.
"Por supuesto que lo notan", explica Begoña Arroyo, profesora de la escuela L'Olivera de Cabrils."En la escuela lo notan por el simple hecho de que dejan de realizar actividades en grupos pequeños por la falta de personal. En casa además lo ven constantemente (padre/madre sin trabajo, la familia que se tiene que apretar el cinturón...)". El número de hogares con todos sus miembros en paro sigue creciendo en el segundo trimestre del año, hasta alcanzar un nuevo récord histórico. Por primera vez desde que el Instituto Nacional de Estadística (INE) empezó a recoger estos datos, el total ha llegado a 1.737.600, según la Encuesta de Población Activa (EPA).
"Los niños menores de 10 años la sufren más que la entienden. La crisis en lo que representa una situación de pérdida la entienden a partir de las vivencias de sus padres y de como estos pueden cambiar sus comportamientos o emociones en relación a ellos", explica Jordi Sasot, pediatra y psiquiatra infanto-juvenil. "Uno de los grandes problemas educativos actuales es la sobreprotección. Los adultos actuales pensamos que los niños no deben enfrentarse a ciertas realidades, hace años se hablaba de “traumas” y de sus consecuencias futuras. Hay que saber vivir las situaciones frustrantes sin esconderlas, hay que enseñarles ya de pequeños que la técnica del avestruz no funciona".
Regina Bayo, presidenta sección psicología clínica i de la salud, coincide en el análisis: "No es bueno sobreproteger ni ocultar a los niños las dificultades. Tampoco es bueno transmitirles pesimismo o vivencia de catástrofe familiar. Cada familia puede ir encontrando recursos alternativos para sobrellevar la situación de crisis económica si comparte más y mejor con amigos, parientes, vecinos. Es muy importante ir creando redes de apoyo, con lo que los niños padecerán restricciones a la satisfacción de sus deseos, pero al mismo tiempo pueden encontrar otras y nuevas relaciones que pueden ser muy gratificantes y lúdicas. El padecimiento ocurre cuando nada de lo que se tiene o se vive puede valorarse; en tiempos de crisis los adultos y los niños aprendemos a valorar otras actividades, otras situaciones, o incluso, revalorar aquellas que antes habían quedado postergadas o devaluadas".
Para Bayo, "cuando un niño se siente querido, respetado y escuchado, aunque no se pueda satisfacer todo lo que pide, esa restricción la puede ir aceptando, y adaptarse a la nueva situación. La dificultad creo que proviene porque los padres de los niños actuales han tenido una infancia mucho más satisfactoria, en líneas generales, que la que pueden ahora ofrecer a sus hijos, y les cuesta poner restricciones y límites a las demandas de éstos. Los niños sólo están hartos cuando tienen demasiadas complacencias, pero si se les ofrece otras alternativas aunque sean de menor gasto, se adaptan bien, porque se sienten acompañados y entendidos".
Como dice la niña de seis: ¡BASTA DE CRISIS!
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