¡Valla boda!
Y empiezo con una queme obligó a dar un frenazo y tres vueltas a la rotonda para comprobar que era verdad lo que veía y no una leyenda como la de la chica de la curva. Todos sabemos que una boda está rodeada siempre de tal cantidad de almíbar y de horteradas (grasa, le decís al otro lado del Atlántico) que harían palidecer al más templado.
Pero el colmo de los colmos es esto:
¡anunciar el enlace en una valla publicitaria de 24 metros cuadrados!
¿Un exceso de vanidad o una prolongación de tu Facebook?
Quien sabe, igual no es tan raro. En un mundo en el que todos exponemos nuestras intimidades sin tapujos en la redes sociales, el salto al mundo físico era cosa de tiempo. Hasta puede ser una solución para la salida de la crisis.
¿Cuanto mejoraría el PIB nacional si anunciaramos así el nacimiento del primer hijo, el divorcio, que nos mudamos de casa, las buenas notas del niño o que tu cuñado ha aprobado las oposiciones? Desde luego, en el gremio de la publicidad dejaría de existir el desempleo.
¡Vivir para ver!
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.