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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La figura de Santigo Carrillo

En estos momentos de desesperanza por los que atraviesa la sociedad española, con un imparable descrédito de la clase política, la figura de Santiago Carrillo, un genuino hijo del siglo que ha vivido, identificado con todos sus claroscuros, de luchas por aquellos elevados ideales en los que creía, de pasiones, de sufrimientos, de derrotas, cobra una estatura a la cual quiero rendir admiración y homenaje. Don Santiago, los hijos de la Transición le tendremos siempre en el recuerdo.— Francisco José González Castelló. Almería.


Acojo la noticia de la muerte de Santiago Carrillo con gran tristeza y pena. Desde la Guerra Civil española hasta sus últimos días hizo una gran labor por la democracia. Todos los españoles demócratas le agradecemos su inmensa lucha y sus sabias enseñanzas. Descanse en paz.— Clara Isabel Embarba Moraga. Madrid.


Los Reyes van a mostrar sus condolencias a la familia de uno de los artífices de la Transición democrática de España.

El presidente del Gobierno: a lo suyo, manda un telegrama y ya lo da todo por cumplido. Así nos va. Estupendo. Todo un artista.— Guillermo de Miguel. Madrid.


A poco que uno fije sus ojos en el mapa político de la España del siglo XX se da cuenta de la grandeza, el tamaño y la altura de una clase política que derrochó talento y generosidad, también cualidades para ejercer el poder del que se nutre, sin duda, el espíritu democrático del que hoy disfrutamos.

Desde Azaña a Carrillo pasando por Suárez, Gutiérrez Mellado, Felipe González o Fraga, conmueve comprobar cómo fueron capaces de plegar intereses personales permeabilizando idearios a los avatares y circunstancias históricas del país y nos brinda un espejo donde reflejar la frustración de saber que esas cualidades parecen perdidas en los que hoy en día nos gobiernan.

Hombres y mujeres que, aun creyendo sin fisuras en sus ideas, fueron capaces de imaginar una España mejor y dedicar su vida entera al servicio público. Emociona leer cómo se enfrentaron, a su papel con la historia y cómo ejercieron esa responsabilidad en el momento de tomar decisiones (casi nunca fáciles) en un país tan dado a entregarse al exceso.

En cada una de sus biografías podemos comprobar por qué la política es capaz de desatar pasiones en muchos ciudadanos y también la razón por la que hoy nos encontramos huérfanos de liderazgos en los que creer y a los que seguir.

No quiero creer que hayan sido los desastres de una guerra y sus dramáticas consecuencias los que aportaron luz a toda una generación de políticos admirables. Mejor imaginar que cada cierto tiempo surgen personas capaces y dignas de crédito y admiración que iluminen las sombras por las que transitamos.— Juan C. Mella. A Coruña.

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